COCHES
Prueba

Volkswagen e-Golf: en la dirección correcta

  • Ha mejorado el que era su talón de Aquiles: la autonomía
  • El selector de nivel de retención es una herramienta sencilla y eficaz
  • El entorno está mucho más adaptado a su condición eléctrica

El caso de quien firma esta prueba es el de uno de tantos amantes de los motores potentes y ruidosos capaces de que se te pongan los pelos de punta con un buen acelerón. Soy de esos nostálgicos a los que se les despierta la fibra sensible cuando escucho un V10 o busco en YouTube mi dosis de una ‘quinientos’ 2T aullando en manos de pilotos que hace mucho (demasiado) que colgaron el casco.

Hago esta aclaración porque mi perfil es el de tantos y tantos automovilistas que, hasta hace algunos años, han visto el desembarco de los vehículos eléctricos con prejuicios y muchas reservas. Un tipo de coche que en un entorno cada vez más repleto de prohibiciones y límites de todo tipo amenazaba con arrebatarnos algo tan puro como el placer de conducir.

Ya ven que hasta ahora no he empleado ningún argumento relacionado con la conciencia medioambiental. No seré yo quien recurra a la opinión de un primo, un cuñado o un supuesto informe conspiranoico para poner en duda lo obvio: que la salud del planeta se resiente por nuestra culpa. No lo he hecho porque me estoy poniendo en la piel de uno de esos muchos conductores que no sólo no ve la utilidad e incluso la necesidad de una movilidad eléctrica. Es que no quiere verla por una cuestión ‘de principios’. Un tipo de conductor que cree que renunciar al olor de la gasolina es como cambiar un libro por una tablet; como prescindir de algo tangible como un vinilo o un CD y sustituirlo por la descarga de un archivo Mp3 en un reproductor del tamaño de un llavero; en definitiva, renunciar a ese algo de pasión que distingue un automóvil de un carrito de golf.

Decía Unamuno que el racismo “se cura viajando” y, salvando las distancias, en este ámbito de los coches eléctricos, los prejuicios se curan probando. A lo largo de los últimos años, en Motorenlínea.es hemos probado muchos coches eléctricos. En este tiempo, el i3 de BMW y el e-Golf de Volkswagen han sido los que más nos han sorprendido y los que nos han demostrado con hechos que ese placer de conducción no está ni mucho menos reñido con la movilidad eléctrica. Así que no podíamos dejar pasar la oportunidad de ponernos otra vez al volante de la versión eléctrica del Golf ahora que ha mejorado el que era su talón de Aquiles: la autonomía. Su radio de acción se ha incrementado hasta los 300 kilómetros, es decir, 110 más que el anterior e-Golf (2014) y suficiente para cubrir las necesidades diarias de movilidad de un amplísimo rango de conductores.

Esto, a efectos prácticos, se traduce en la práctica desaparición de ese síndrome al que algunos estudios achacan la lenta popularización de los coches eléctricos: la ansiedad de autonomía. En un uso real, los 190 km de alcance del anterior e-Golf obligaban a hilar fino en determinadas circunstancias como circular en carreteras con un acusado desnivel, con una alta carga sobre el acelerador en vías rápidas e incluso a ser algo cicatero en el uso del climatizador. El nuevo e-Golf, como cualquier otro eléctrico, sigue penalizando en términos de consumo en estas situaciones, pero el margen de acción es mayor si salimos con las baterías a tope de carga y las herramientas de las que dispone para regenerar energía son aún más efectivas.

Por sí mismo, el sistema es capaz de reutilizar parte de la energía liberada, por ejemplo, al frenar o al levantar el pie del acelerador. Pero el conductor puede tener un papel importante en ganar kilómetros y kilómetros de autonomía mediante una herramienta sencillísima: el selector de nivel de retención. Hay tres grados y se seleccionan llevando a derecha (más) o izquierda (menos) la palanca del cambio DSG en su posición D. El primero es el más leve y el tercero actúa como un freno motor con el que en muchas ocasiones –e igual que sucede en el BMW i3– no hace falta ni pisar el pedal de freno.

Excesivo en ciudad y en carretera, es ideal en descensos porque la ganancia de carga es instantánea. Una vez te acostumbras a jugar con esos tres niveles de retención, se puede sacar partido a esta herramienta sea cual sea el tipo de conducción que estemos practicando o el tipo de vía sobre el que transitemos.

No hace falta ser un experto o tener en la oficina un diploma de un curso de conducción eficiente para acostumbrarse al tipo de uso que pide un coche eléctrico. El e-Golf, como otros híbridos y eléctricos, cuenta con una serie de indicadores fácilmente interpretables. Quizá el más complejo es el ‘Think Blue Trainer’, pero no deja de ser un ‘ecoasistente’ que evalúa el nivel de eficiencia de la conducción.

Lo más efectivo y útil es el indicador del flujo de energía de la pantalla táctil que nos informa de cómo obtener autonomía extra, aunque la mayoría de las veces es a costa del confort térmico. El climatizador, ya lo saben, es uno de los mayores enemigos de la eficiencia, aunque a la hora de calentar el habitáculo, el nuevo e-Golf emplea una nueva bomba térmica que aprovecha el calor residual del aire ambiental y el que generan mediante su uso los componentes del sistema de propulsión.

También actúa como un ‘ecoasistente’ el sistema que nos indica en la pantalla del cuadro cuándo podemos levantar el pie del acelerador teniendo en consideración incluso los datos del navegador. Es en este ámbito donde los fabricantes más están avanzando en cuanto a eficiencia.

Entorno más adaptado

Otra ventaja del nuevo e-Golf es que, respecto al de 2014, el entorno que rodea al conductor está mucho más adaptado a su condición eléctrica. El primero había adaptado el cuadro de instrumentos ‘analógico’ sustituyendo algunos indicadores del Golf convencional por otros para aportar información sobre nivel de carga, fases de consumo o recarga, etcétera. El cuadro de instrumentos digital de la versión 7.1 del Golf es una bendición para el e-Golf, ya que a primer golpe de vista se obtiene una gran cantidad de datos y, además, se proporcionan de una forma muy visual. Si se prefiere, se puede personalizar el interfaz.

La principal fuente de carga, no obstante, es el enchufe y Volkswagen le ha proporcionado un sistema que se adapta a las distintas variantes que hay. Con un enchufe convencional de 230 V a 2,3 kW, se puede obtener un 80% de la energía en 13 horas y 15 minutos. En una estación de carga de 7,2 kW el tiempo se reduce a cuatro horas y cuarto; pero el más rápido es el sistema de carga combinado con 40 kW, que permite ese nivel de recarga en sólo 45 minutos.

Emoción instántanea

Pero volvamos al principio. A esa vertiente pasional de los coches que, supuestamente, van a eliminar los coches eléctricos. El e-Golf no sólo estrena baterías; su motor también es nuevo y además de ganar en potencia (136 CV en vez de los 115 del anterior), el par máximo alcanza los 290 Nm (+20), una cifra que es equiparable al del nuevo Golf 1.8 TSI de 180 CV. 

La entrega es instantánea. Es decir, es off/on; nada más pisar el acelerador disponemos de todo el par sin necesidad de que el régimen de giro sea el adecuado, lo que se traduce en una capacidad de aceleración asombrosa. Mucho más de los 9,6 segundos que, según datos oficiales, requiere para pasar a de 0 a 100 km/h, casi un segundo menos que el primer e-Golf. 

Como en su predecesor, los neumáticos de baja resistencia a la rodadura tienen cierta tendencia a chirriar al acelerar con fuerza, pero es que la capacidad de impulsión del e-Golf no se corresponde, ni mucho menos, al de un coche convencional con 136 CV. Las sensaciones son mucho más fuertes. Además, la ubicación de las baterías en los bajos del vehículo tiene como consecuencia una estabilidad sobresaliente. En realidad, la impresión que deja el e-Golf es que es un eléctrico compacto de enfoque deportivo, cuando en realidad esa etiqueta está reservada al Golf GTE, un híbrido enchufable que también ha sido renovado y que ya estamos deseando probar. 

Por todo ello, coches como el e-Golf de Volkswagen nos reafirman en la convicción de que vivimos un momento histórico. Quienes nos dedicamos a la información de este sector tenemos el privilegio de estar contemplando el lento pero inexorable cambio de modelo hacia una movilidad, si no excluyente, alternativa a la que se ha ido asentando desde el siglo pasado. Coches como el e-Golf demuestran que ya es una simple cuestión de precio y prejuicios el que los vehículos eléctricos suban como la espuma en las estadísticas de ventas.

 

Si quieren ver imágenes del diseño interior y del diseño exterior del nuevo Volkswagen e-Golf les recomendamos que se pasen por nuestro canal de YouTube.

 

Autor
Róber Martí
Periodista. Ha sido redactor del periódico Superdeporte así como en otros medios de especializados como Motor 2000 o Canarias Racing. Ha colaborado en Radio Marca, COPE y actualmente codirige el programa Motor en la Onda de Onda Cero Canarias.
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