El Mundial encara ya la recta final de una temporada electrizante, determinada por una clara renovación en materia técnica y deportiva, que, sin embargo, no parece que vaya a alcanzar también el trono del campeón.
Restan sólo dos rallyes para completar el calendario, y, un año más, por estas fechas, Sébastien Ogier va ya enfilado hacia la conquista de un nuevo título, que muy buenamente podría dejar resuelto este fin de semana, en Gales; lo mismo que su equipo, M-Sport, coronado ya casi virtualmente Campeón del Mundo de Constructores.
Tanto Seb como la escuadra que lo acogió a principio de temporada llegan en una posición muy ventajosa a una prueba que, además, conocen al dedillo. El francés aventaja por 37 puntos a su compañero, Ott Tänak, y por uno más al único rival que ha llegado a desbancarlo del liderato del Mundial este año, Thierry Neuville, que lleva sin puntuar desde el Mil Lagos.
Ellos son los únicos hombres que podrían aplazar al Rallye de Australia la coronación del piloto de Gap, dominador indiscutible sobre los embarrados tramos galeses desde 2013. Si vuelve a presidir el podio, o, sencillamente, termina por delante de sus dos perseguidores en la general del campeonato, Ogier podrá rubricar ya su quinto entorchado mundial.
Para evitarlo, tanto Tänak como Neuville deberían hacerse con la victoria, y ganar, a su vez, la Power Stage. O bien endosar siete y ocho puntos a Seb, respectivamente, al terminar el rallye. Sólo así evitarían que el galo llegue a Australia con el título en el bolsillo.
Más fácil todavía lo tiene la empresa para la que compite, M-Sport. Después del doble podio que sumó en Cataluña, donde Hyundai, el único fabricante que podía plantarle cara, se fue prácticamente de vacío, la escuadra de Cumbria afronta la prueba de casa con 83 puntos de ventaja sobre los coreanos, cuando quedan en juego solamente 86. Por tanto, salvo descalabro de sus hombres, Malcolm Wilson podrá festejar el domingo, junto a toda su gente, la culminación de una hazaña heroica.
