Hace semanas asistimos a la presentación nacional del nuevo Ford Fiesta en Córdoba y, entonces, entre las calles de esta histórica ciudad y las carreteras que la rodean, pudimos tener una toma de contacto con las versiones de equipamiento ST Line y Vignale de este modelo. Una oportunidad para probar las dos versiones con una personalidad más marcada y que aportan un equipamiento más rico e interesante. Ambas, además, con el motor 1.0 EcoBoost de 140 CV.
En el caso de la ST Line, como ya les contamos, incorpora detalles de diseño que realzan toda la deportividad latente de cada una de las líneas del nuevo Fiesta para conectar con un perfil de conductor más joven y con otro tipo de inquietudes. El paragolpes delantero se sirve para ello de unos pliegues más marcados y la parrilla adquiere un acabado negro brillante en estructura de panal de abeja.
El paragolpes trasero también es específico y por él se abre paso una cola de escape en acabado cromado. Tras haber explorado este territorio con versiones especiales del Fiesta, el modelo de 2018 establece ya como una opción del catálogo el decorar techo y retrovisores en un color de contraste. Las llantas de aleación de esta línea ST tienen 17’’ de diámetro.
Hablamos de una línea de equipamiento compatible con diversas motorizaciones y, por tanto, ideada para un tipo de cliente que no busca las altas prestaciones que aportará el Fiesta ST de 200 CV; sólo, un envoltorio y un ambiente más deportivo. Acorde con ello, el volante de tres radios y el freno de mano están revestidos en cuero; los asientos se adaptan a los cánones deportivos, igual que los pedales, hechos en aluminio. La palanca de cambios y también las alfombrillas son específicas para esta versión dentro de la gama Fiesta.
Respecto a otras variantes, en el interior del Fiesta ST Line hay un predominio de los tonos oscuros, lo que resalta los insertos metálicos de volante, pomo, difusores de aire, pedales, pespuntes del tapizado (incluyendo fuelle del cambio y el revestimiento del freno de mano), entre otros. Los embellecedores de consola y salpicadero, que en otras versiones adquieren colores más vivos, empleaban en el modelo que condujimos una terminación en fibra de carbono.
En ese primer contacto con el nuevo Ford Fiesta en acabado ST-Line influye mucho lo bien armado que está el puesto de conducción. El grosor del volante y el tacto del cuero de calidad son una inmejorable forma de darte la bienvenida. Además, el Fiesta es uno de esos coches cuyo puesto de mando es fácilmente adaptable. Incluso para un conductor con determinadas manías (como es mi caso), dos o tres ajustes son suficientes para tenerlo todo a mano y bajo control.
Por poner un ‘pero’, el gran display TFT de 4,2’’ integrado en el cuadro de instrumentos encierra en poco espacio demasiada información; tanta, que el lector de señales de tráfico aparece ligeramente cortado, rompiendo así la estética de esta pantalla. Obviamente, nada importante en un coche notable en su categoría. El tacto de los plásticos que dan forma al túnel central es mejorable.
En marcha (en esta versión se da vida al motor pulsando el botón que hay junto al cuadro), rápidamente se percibe que Ford ha vuelto a clonar en este nuevo Fiesta uno de las características de conducción que se repiten en muchos de sus coches: una dirección de tacto excelente. Más firme que liviana, la ventaja en carreteras comarcales es clarísima, al menos para quienes disfrutan de la conducción y les gusta sentir lo que tienen entre manos.
Como les contamos en aquel contacto en carreteras cordobesas, el nuevo Ford Fiesta se siente más robusto gracias a una estructura reforzada (un 36% más de acero al boro, soldadura láser, anclajes más rígidos), las vías más anchas (30 mm delante y 10 mm detrás), una distancia entre ejes superior (4 mm) y a esa dirección ‘marca de la casa’. Además, Ford ha querido aislar en mayor medida el interior de ruidos y vibraciones y el nuevo chasis lo logra en primera instancia reduciendo el rumor de rodadura, punto éste en el que la marca afirma ser líder de su categoría (29,3 sones a 100 km/h) mejorando en un 7% al anterior modelo. No tenemos un oído tan fino, pero sí podemos dar fe que el coche se siente superior en cualquier ámbito.
El examen no puede estar completo sin un amplio trayecto en carretera de montaña por algunas de las carreteras que forman parte del Rally Sierra Morena. Aquí, sin ser un coche extraordinariamente ágil, sí se siente igual de robusto y más rígido que su predecesor.
Las buenas sensaciones que, en todo momento, deja el tren delantero, aquí se reafirman al entrar en escena el Control Electrónico Vectorial de Par (que aplica los frenos en las ruedas que quedan en el interior de la curva) y una nueva barra estabilizadora. En cualquier caso, insistimos, hay subcompactos más vivos en curva que el nuevo Fiesta, aunque es en terrenos como éste donde el Fiesta ST deberá imponer su ley. En un medio urbano, la evolución en sus cotas no afecta a la viveza que siempre se espera de un Ford Fiesta.
La vía Vignale
Todo, absolutamente todo lo dicho hasta ahora vale, punto por punto, para el Ford Fiesta Vignale, cuya línea exterior se diferencia por su parrilla con unas características ondas cromadas, paragolpes de líneas suaves, el umbral de las puertas delanteras, las llantas de aleación (17’’) y los faros halógenos con luces de conducción diurna led.
En busca de un tipo de conductor al que le gusta una cierta distinción sin tener por qué pagar el impuesto que imponen las marcas Premium, el interior se gusta en detalles como los pespuntes que están presentes en todo el contorno del salpicadero, llegando al cuadro y la consola central, a juego con los del volante, palanca de cambios y freno de mano. 
Los asientos, revestidos parcialmente en cuero, repiten el mismo esquema que el del resto de modelos de esta subgama Vignale que sigue armando Ford poco a poco. Como detalle, el color del cuero está hecho a prueba de manchas de café y del tinte del tejido vaquero. Incluso el que viste el volante es resistente a loción bronceadora.
La línea Vignale también trae aparejada un equipamiento ‘tope de gama’ que abarca apertura sin llave, sensores de aparcamiento posteriores, reconocimiento de señales de tráfico, automatismos para el limpiaparabrisas y el cambio de luces y control de crucero. Es su mayor atractivo, especialmente, si se hace con el equipo de sonido B&O Play de Bang & Olufsen con el que Ford abre una brecha con su competencia con sus diez altavoces (incluido uno en la consola central y un subwoofer de 20 cm de diámetro en la parte posterior) y 675 vatios de potencia.
El motor
Ambas unidades empleaban el 1.0 EcoBoost en su versión de 140 CV. Motor que le sienta bien a dos versiones como estas a las que se les presupone un plus de carácter frente a variantes más mortales. Su consumo medio, según datos oficiales, es de 4,5 l/100 km en ambas versiones y es capaz de pasar de 0 a 100 km/h en nueve segundos desde parado con su cambio manual de seis velocidades.
Esa frugalidad y los 102 g/km de CO2 de emisiones medias son un buen aliado para el día a día del nuevo Fiesta, si bien es un motor que también puede aportar alegrías por su capacidad de recuperación que permite abusar de marchas largas de vez en cuando. Aunque los tricilíndricos ya son legión en el mercado, sigue sorprendiendo el rendimiento que se puede extraer a un motor tan compacto, el EcoBoost, que mejora sus prestaciones evolución tras evolución sin que esto afecte a dos de sus puntos fuertes: baja rumorosidad y ausencia de vibraciones.
