Sébastien Ogier sigue dispuesto a dejar su huella en la historia del Mundial de Rallies. Y hacerlo en este campeonato pasa necesariamente por vencer las pruebas que forman parte de la leyenda de este deporte. En Montecarlo ya lleva seis triunfos, cinco de ellos consecutivos, tras el que certificó este pasado domingo con Julien Ingrassia de copiloto a bordo del Ford Fiesta WRC de M-Sport. El piloto de Gap está ya a sólo una victoria de las siete de Sébastien Loeb.
Si el WRC sigue los mismos derroteros de la pasada temporada, cada victoria va a valer su peso en oro. La igualdad parece que va a volver a ser la nota dominante; de hecho, Ogier sólo pudo hacerse con cuatro scratch, pero fue el más consistente, sobre todo cuando los tramos estaban más delicados. “Siempre nos hemos enfrentado a condiciones difíciles en el Rally de Montecarlo, pero este año fueron realmente extremas. Creo que nunca me había peleado tanto con la elección de los neumáticos, por lo que haber terminado en primera posición es fantástico”, señaló Ogier al término de la prueba.
Recordó el francés que todos los equipos de cabeza hicieron algún tachón a lo largo de los 17 tramos y que fue clave saber y poder gestionar su renta de segundos cuando tocó defenderse de los ataques. “Creo que todos cometieron errores este fin de semana, incluido yo, pero era casi imposible hacer una conducción perfecta. Afortunadamente, solo cometimos algunos pequeños errores y una vez tuvimos una buena ventaja ya sólo era cuestión de tratar de gestionarla. Sin embargo ¡nunca fue fácil en estas condiciones!”.
Con este sexto triunfo en Montecarlo, Ogier lanza un primer mensaje a sus rivales. Tanto él como su Ford están en plena forma y, un año más, es el piloto a batir. “Es la mejor manera de empezar la temporada y necesito felicitar al equipo porque todo el mundo ha trabajado realmente duro y sé que ellos también estarán súper contentos con el resultado. La competencia va a ser más dura que nunca y hemos empezado bien, lo que es realmente importante”.
Su ‘jefe’, Malcolm Wilson, que coincide con él en que este año las cosas van a estar aún más apretadas en cabeza, subrayó al término de la prueba la frialdad con la que supieron gestionar su ventaja. Para él, cuando hay que dar el callo, no hay otro más efectivo que Ogier. “Sébastien y Julien lo tenían todo bajo control. Vimos a casi todos cometer errores, pero ellos cumplieron cuando importaba. Realmente, no hay nadie más fuerte en lo que respecta a estrategia y no es de extrañar que hayan permanecido invictos aquí los últimos cinco años”, recordó.
