Cuando una marca, sea del sector que sea, tiene en su catálogo un artículo que se convierte en el icono de una época, en un símbolo universal y transcontinental, tiene el éxito absolutamente garantizado. Sin embargo, con el paso de los años, cuando llega el momento de actualizarlo, surge el problema. La renovación puede arrebatar la autenticidad, esa pátina que lo hizo distinto y único, pero el inmovilismo puede condenarlo al ostracismo más absoluto.
En Volkswagen tenían una teoría. Sólo los que conocen la historia que precede al Beetle podían se capaces de proyectar el primero del Siglo XXI. En este sentido, los diseñadores del grupo, Walter de Silva y Klaus Bischoff, han bebido de la herencia de uno de los iconos indiscutibles de la marca y, por esta razón, se atrevieron a marcar la nueva pauta de diseño. Ambos tenían muy claro lo que querían: destacar la silueta del ‘Escarabajo’ original, aún más que la del modelo de 1998 y conferirle unas proporciones muy dinámicas.
Precisamente por ese carácter global e intercultural del mundialmente famoso Beetle, Käfer, Vocho, Coccinelle, Fusca o Maggiolino –según países- el nuevo modelo se presentó ayer a nivel mundial, y lo hizo simultáneamente en ciudades de tres continentes: Shanghai, Berlín y Nueva York. Dos grandes conciertos del MTV World Stage han servido como plataforma de presentación del modelo más esperado de 2011.
El Beetle del siglo XXI es más masculino y deportivo que el que se lanzó a finales del siglo pasado. Pero, efectivamente, conserva ese aire genuino que lo identifica como un ‘Escarabajo’ al primer golpe de vista. De Silva y Bischoff cumplieron su objetivo de crear “un nuevo original” a través de una línea que rinde homenaje a un coche que sigue siendo objeto de culto.
“El nuevo Beetle se caracteriza por una clara, enérgica y soberbia deportividad, así como por una serie de detalles como una mayor longitud del capó, la inclinación más pronunciada del parabrisas y las nuevas dimensiones, ahora más achatado y mucho más ancho”. Klaus Bischoff subraya las diferencias, pero también hay puntos en común, como las líneas que siguen la silueta del techo, clónicas del vehículo que dio origen a la saga.
Audacia
Lo que tampoco se les puede quitar a Bischoff y De Silva es su audacia a la hora de moldear algunos puntos estratégicos del diseño. Sucede en el techo, que en el modelo de 2011 tiene un perfil mucho más chato y cuya semilla se encuentra en el prototipo que Volkswagen presentó en el Salón de Detroit de 2005. El Ragster era una especie de Hot Rod –un tipo de personalización de carácter muy radical- basado en el New Beetle y dio algunas pistas sobre qué camino iba a tomar el coche presentado el pasado 19 de abril.
El nuevo modelo ofrece un ancho de 1.808 mm (+84 mm), una altura de 1.486 mm (-12 mm) y una longitud de 4.278 mm (+152 mm). El resultado son proporciones completamente nuevas: al aumentar la longitud del nuevo modelo aumenta también la tensión del techo, a su vez retrocede el parabrisas y la zaga sigue los contornos del ‘Escarabajo’ original. El nuevo centro de gravedad se sitúa ahora en la columna C. Además, el equipo de desarrollo ha aumentado paralelamente los anchos de rodadura y la batallas. Todos estos detalles le confieren al Beetle un aspecto más agresivo y musculoso, siempre adaptándose al nuevo ADN de la marca que estrenó el Golf VI.
Mientras, los ingenieros querían construir un automóvil de alta tecnología, que mantuviera unos precios asequibles, con los sistemas de comunicación más avanzados del grupo y los niveles de contaminación medioambiental m
ás bajos. Además, debía ser un coche ágil y dinámico, aunque aquí podían estar tranquilos porque el mismo grupo de profesionales que proyectó el último Golf GTI iba a ser el que diera forma al nuevo Beetle.
Imagen dinámica
Algunos de los rasgos distintivos típicos de este vehículo son el diseño redondo de los faros (por primera vez en la gama con faros Bi-xenón opcionales con luz diurna LED); los guardabarros expuestos; la forma del capó, estriberas y faldones, así como la integración de grandes ruedas de hasta 19 pulgadas. El Beetle equipa, según versiones, un nuevo alerón trasero integrado perfectamente en el diseño y que lo adhiere al suelo de la carretera.
El carisma del Beetle también se aprecia en su interior. En un coche en el que nada puede ser ‘estándar’ o repetitivo, en el que el piloto nunca puede tener la sensación de que ya ha visto un puesto de conducción parecido, los diseñadores pusieron especial empeño en hacer de su salpicadero algo “difícil de olvidar”. Aquí también hay una cierta veneración del pasado, sobre todo en los paneles frontales del salpicadero, herencia del primer ‘Escarabajo’. Aún así, todo ha sido absolutamente rediseñado, como el cuadro, con tres esferas para el velocímetro, el indicador del nivel de combustible y el tacómetro que, además incluye una pantalla multifunción.
Al igual que el Beetle original, el nuevo modelo ofrece también, en función del equipamiento, una guantera adicional en el lado del acompañante integrada en el panel frontal. Este receptáculo tiene la particularidad de que se abre hacia arriba y no hacia abajo como la estándar. Otro de los clásicos detalles del Beetle son los instrumentos adicionales –y opcionales- situados por encima de los sistemas de audio y navegación correspondientes: indicador de la temperatura del aceite, cronómetro e indicador de la presión de admisión. Otra de las novedades que ofrece el nuevo modelo son los volantes diseñados
individualmente para este modelo con diferentes apliques esmaltados en los radios. Todo, para transmitir a los pasajeros la inequívoca sensación de encontrarse a bordo de un Beetle.
Donde no hay sitio para herencias del pasado es en el apartado ergonómico. La marca asegura que aquí la alteración de los parámetros ha sido total. Si el primer ‘Escarabajo’ refrigerado por aire sentaba al conductor en una posición muy baja, el de tercera generación aprovecha la posición más adelantado del parabrisas para elevarlo. En este sentido, la pérdida de 38 mm en altura o la pérdida del llamado “techo de cúpula” del modelo de 1998 no supone un problema. El aumento de longitud del techo proporciona a los ocupantes una mayor sensación de amplitud. El maletero ofrece un volumen claramente mayor de 310 litros en lugar de los 209 litros que ofrecía el modelo anterior. Como es habitual, el nuevo modelo dispone de respaldos de los asientos divididos y plegables; la carga puede ser introducida cómodamente en el maletero a través del portón trasero de amplia apertura.
Cinco motores
A falta de que la importadora para la marca aquí en Canarias se pronuncie, Volkswagen anuncia que para el mercado europeo habrá un total de cinco mecánicas, todas sobrealimentadas TSI en gasolina y TDI en diesel y con el cambio automático de doble embrague DSG como opción. Las tres primeras serán las de 105, 160 y 200 CV y las dos de gasoil, de 105 y 140 CV. Respecto a su carácter ahorrador, la marca proporciona como cifra oficial 4,3 l/100 km como media para el motor 1.6 TDI.
El Beetle del siglo XXI llegará a Canarias a finales de este año con doce colores de carrocería y un amplio catálogo de extras que permitirá personalizarlo según los gustos de su orgulloso propietario. Entre el equipamiento destacan los faros Bi-xenón y luz diurna LED, el techo panorámico, los sistemas de radio CD y la radio-navegación y el Keyless Access entre muchos otros.
