COCHES
Prueba

El Beetle saca todo su genio

  • Pequeños detalles del exterior hacen aflorar la testosterona del Beetl
  • Buen equilibrio general del bastidor gracias al eje trasero multibrazo

Se acabó ese New Beetle remilgado y santurrón que conquistó a un público eminentemente femenino. La versión 2012, “el Beetle del Siglo XXI” como lo llama Volkswagen, es mucho más atrevido y viril, una imagen que necesariamente sale reforzada si el primer contacto es con el motor 2.0 TSI de 200 CV.

Quizá, de haber probado la variante impulsada por el motor 1.2 TSI de 105 CV esa impresión no sería tan rotunda, pero es innegable que independientemente del propulsor que monte, los cambios estéticos han revolucionado el Beetle por fuera y por dentro. Ya les hablamos de este coche cuando Volkswagen lo presentó a nivel mundial y también cuando a finales del pasado año hizo una entrada estelar en el mercado canario, así que no nos vamos a detener demasiado en su diseño, sólo en aquello que diferencia a esta versión ‘Sport’.

Es evidente que el nuevo Beetle es más atlético que la segunda generación, la de 1998. A pesar de imitar en mayor medida las del modelo original, sus formas están mejor definidas tanto en el frontal como en su silueta y aunque la espalda ha perdido personalidad, le permite encajar de mejor forma en la gama actual de Volkswagen. Lo bueno de la versión Sport es que con detalles muy localizados es capaz de sacar mayor testosterona al Beetle sin perder el estilo. Es el caso de las taloneras en color negro lacado con un pequeño ribete cromado, el alerón trasero integrado con dos colores (negro y el de la carrocería) y, por supuesto, las rutilantes llantas de 19’’ diseño ‘Tornado’ con neumáticos 235/40 R19.

Dentro, lo mejor, el tono oscuro de toda la cabina, incluyendo el inserto decorativo del volante que, como buen deportivo, tiene la base plana. También los lacados en negro de las puertas o el buen compromiso entre confort y sujeción del cuerpo de los asientos. ¿Mejorable? Detalles como el tapón de la toma de 12V, el tacto de algunos plásticos de la consola o el símil en carbono del cuadro. Hay que reconocer que como la fibra de carbono auténtica no hay nada y en una versión ‘top’ como ésta podría permitirse ese pequeño lujo.

Pero donde más empeño han puesto en Volkswagen es en ganar funcionalidad en el interior y aquí los cambios de diseño y la reestructuración de la cabina han surtido efecto. Las plazas traseras son ahora más utilizables y gracias al techo abovedado hay más espacio libre para las cabezas en la primera y la segunda fila.

Algo más que un simple acabado

Pero volvamos al principio, a esa percepción de deportividad enérgica que transmite. Está claro que el motor, una bomba de 200 CV, con una aceleración rotunda (de 0 a 100 km/h en 7,5 segundos) y un sonido arrebatador, es el principal culpable, pero ningún coche sería capaz de acoger un propulsor de este calibre sin hacer aguas si no tiene una base rodante bien armada. Y he aquí la gran sorpresa que nos ha dado el Beetle 2.0 TSI Sport, que ese título (Sport) le viene al pelo.

No es un GTI, ni un Scirocco, pero ojo que no les va demasiado a la zaga. El Beetle es un coche que ha querido hacerse más de amplio espectro, pero comprometido al fin y al cabo con esa media de comodidad y facilidad de conducción que se le presupone a un modelo de estas características. Incluso antes elogiábamos ese mayor pragmatismo de su interior. Sin embargo, revisando el modus operandi de Volkswagen es cierto que no es tan habitual que premie a uno de sus modelos con una mecánica como la 2.0 TSI de 200 CV. Son unos pocos elegidos y los que lo han recibido se distinguen de sus rivales por unas aptitudes dinámicas muy por encima de la media. El Beetle Sport encaja en ese perfil.

Tampoco trazando una curva es un GTI ni un Scirocco, pero tampoco lo tiene que ser. ¡Es un Beetle! Frena de maravilla con los discos ventilados delanteros de 312 mm de diámetro y los macizos traseros de 272 mm y apoya muy bien, pero lo más sobresaliente es la manera en que se comporta la dirección incluso en plena aceleración, algo en lo que influyen las suspensiones traseras con esquema multibrazo, que gracias a su mayor dureza evitan que el tren delantero ‘flote’ cuando los 200 CV entran a chorro. Eso en una conducción alegre y resuelta en carretera de montaña. Otra cosa será verlo dentro de un circuito, un medio que en absoluto es el natural de este coche.

Lo que más nos ha gustado es ese equilibrio general del bastidor deportivo que este acabado monta de serie. Es bastante ágil –algo en lo que tiene mucho que decir el diferencial electrónico de deslizamiento limitado XDS que estrenó el Golf GTI y que incorpora la versión Sport-, no balancea ni cabecea en exceso y las suspensiones, a pesar de cumplir las exigencias de su denominación, no resultan ni muchísimo menos secas o incómodas, algo que se agradece en carreteras en mal estado. En este capítulo el salto que ha dado el Beetle es considerable.

Inagotable

¿Y qué podemos decir del motor que no sepan ya? La 2.0 TSI es una de esas mecánicas de las que nunca te cansas. Nunca coges un coche de prueba y, cuando preguntas qué versión es, dices “oh no, otra vez un 2.0 TSI”... Los 200 CV son inagotables y los 280 Nm de par máximo entre las 1.700 y las 5.000 rpm una bendición que hacen que la curva de entrega de toda esa fuerza sea muy plana.

Además, la caja DSG de doble embrague con seis velocidades le sienta como un guante, tanto que dudamos que se le pueda sacar más partido a este motor con un cambio manual, salvo que la maneje un piloto avezado en esto de la conducción deportiva. En modo ‘reposo’ los 200 CV ni se quejan al circular por la ciudad, pero a la más mínima insinuación empieza a mostrar qué lleva dentro. Una recomendación si tienen la posibilidad de subirse a un Beetle 2.0 TSI Sport: apaguen el equipo de sonido, pongan el modo ‘S’ en el selector DSG y, en un lugar seguro, aceleren como si no hubiera un mañana y, por supuesto, dentro de unos límites que impidan volatilizar los puntos de nuestro carné. El sonido del motor empalmando una marcha detrás de otra es sublime.

Por tanto, muy recomendable este coche como alternativa a esos otros modelos de pasado glorioso y buen presente que, como el Abarth 500 o el Mini John Cooper Works, explotan ese lado más masculino y brutal. Y lo es por aspecto y también por prestaciones puras. Tanto, que si en vez de ‘Sport’ le hubieran llamado Beetle GTI, tampoco le vendría grande el traje.

Autor
Róber Martí
Periodista. Ha sido redactor del periódico Superdeporte así como en otros medios de especializados como Motor 2000 o Canarias Racing. Ha colaborado en Radio Marca, COPE y actualmente codirige el programa Motor en la Onda de Onda Cero Canarias.
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