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Prueba

Hyundai Ioniq: El híbrido que no renuncia a nada

  • Se percibe con claridad el nervio que aporta el motor eléctrico
  • Es mejorable el grado de actuación del freno regenerativo
  • El Ioniq confirma la etapa de madurez que atraviesan los híbridos

En esta ocasión Motorenlínea.es le toma el pulso al nuevo Hyundai Ioniq en una de las tres versiones con el que el fabricante coreano se ha querido situar de un solo golpe en el grupo de cabeza de quienes apuestan por sistemas de propulsión alternativos. En concreto, la versión híbrida que combina el nuevo motor GDi de 1,6 litros, de inyección directa de gasolina con uno eléctrico que, juntos, proporcionan 141 CV. 

Lo primero que hay que decir de este modelo es que, aunque en muchos de sus aspectos la eficiencia es un objetivo prioritario, no se deja en el camino su capacidad para transmitir sensaciones y diversión al volante. No es poco para un coche que, a través de su triple propuesta de versiones (híbrida, eléctrica y la futura híbrida enchufable) representa el desembarco de Hyundai en el ámbito de los vehículos con sistemas de propulsión alternativos. Al margen por supuesto, del ix35 con pila de hidrógeno.

Pero que sea una primera aproximación a lo híbrido queda en pura anécdota al subirse a esta versión del Ioniq porque combina con acierto todos los ingredientes que se conjugan en este tipo de coches. En primer término, eficiencia, conciencia medioambiental y confort de marcha; y, en segundo lugar, ese punto de nervio que aporta el motor eléctrico y que se percibe con claridad. Algo que no pueden decir todos los híbridos del mercado.

De lo primero hay que poner en valor la tendencia natural del Ioniq de circular con medias de consumo muy inferiores a los 5 l/100 km. La media ‘oficial’ se establece en 3,4 l/100 km (79 g/km CO2), cifra a la que se aspira en situaciones en las que sacar provecho a su motor eléctrico de 43,5 CV. Es decir, en un uso urbano o a una velocidad no superior a los 100 km/h en autopista. 

En ese modo eléctrico el Ioniq es extraordinariamente silencioso. Sin embargo, cuando entra en escena el motor 1.6 GDi de 105 CV se aprecia una mayor rumorosidad si lo comparamos con otros híbridos de última generación. Da la impresión de que se debe a un aislamiento mejorable del interior, ya que sucede lo mismo con el ruido de rodadura.

Varias cosas caracterizan a nivel diseño el interior del Ioniq Híbrido. Primero, la instrumentación específica del cuadro de instrumentos digital o el diagrama de funcionamiento del sistema híbrido de la pantalla multimedia de siete pulgadas y alta resolución. También, por el ribete azul presente en muchos detalles y que va a juego con esos detalles del exterior. Hay que destacar también que techo, alfombrillas y la propia pintura está hecha con ingredientes ecológicos.

Confortable y técnico

De nuevo, no se renuncia a nada en este interior. Tampoco a soluciones de gran confort como el asiento del conductor con ajuste eléctrico, además de ser –como el del copiloto– ventilado y calefactable, el climatizador bizona o el control de crucero inteligente; y otros más Premium como el tapizado de cuero, el techo solar eléctrico o el equipo de audio Infinity con ocho altavoces de esta versión Ultra Tech, la más avanzada de todas.

Un diez a su aerodinámica, cuyo valor de resistencia, 0,24, lo sitúa entre los mejores de su clase al recurrir a una parrilla delantera con aletas activas, además de unas ‘air curtains’ en las ruedas delanteras, un alerón y un difusor posterior, una cubierta para el suelo y un diseño de ruedas cerrado. A pesar de ello, el Ioniq es un coche de aspecto fresco, moderno y hasta cierto punto convencional, capaz de rivalizar con otros compactos del mercado.

Sí hay que decir muy a favor del Ioniq Híbrido que hay que irse a versiones enchufables para apreciar con tanta claridad el nervio que aporta el motor eléctrico. Son 141 CV a disposición del conductor que, en términos de sensaciones, sitúan al Ioniq en una clara posición de superioridad respecto a un compacto convencional gracias a los 170 Nm de par que esa mecánica eléctrica deja fluir de forma instantánea nada más pisar el acelerador. Mucho más de lo que deja entrever su dato de aceleración oficial: de 0 a 100 km/h en 10,8 segundos. 

El cambio automático de doble embrague DCT de seis velocidades rema en dos direcciones: la del confort con una transición suave como la seda entre marcha y marcha; y la del dinamismo. Sin embargo, creemos que no acompaña el sistema de frenado regenerativo, que en otros modelos entra de manera mucho más decidida al levantar el pie del pedal del acelerador. En el Ioniq hay recurrir en exceso al del freno, una sensación que en realidad suele asociarse a los antiguos híbridos con cambio CVT.

En resumen, esta versión del Hyundai Ioniq confirma, si es que hacía falta, que la tecnología híbrida atraviesa una etapa de madurez que, salvo por motivos de presupuesto, hace de esta alternativa una más (y posiblemente de las más apetecibles) en el segmento de los compactos. La marca coreana hace una fenomenal entrada en él. Tanto, que ya estamos deseando probar las versiones eléctrica e híbrida enchufable del Ioniq.

 

Autor
Róber Martí
Periodista. Ha sido redactor del periódico Superdeporte así como en otros medios de especializados como Motor 2000 o Canarias Racing. Ha colaborado en Radio Marca, COPE y actualmente codirige el programa Motor en la Onda de Onda Cero Canarias.
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