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Kadjar, el crossover según Renault

  • Muy confortable en carretera y vivo a la hora de maniobrar

Renault, una de las marcas generalistas por antonomasia, se ha tomado su tiempo hasta encontrar el momento y el coche con el que ingresar en el territorio de los todocamino compactos. Es cierto que antes hubo ensayos más o menos cercanos al paradigma SUV, pero ninguno hasta el Kadjar se adapta por completo a él.

En MotorEnLinea.es hemos tenido la ocasión de tener una toma de contacto con este modelo completamente nuevo en la gama Renault que, ya nos han advertido, no viene para ocupar el lugar del Koleos. El Kadjar se posa orgulloso sobre la carretera con sus maneras todocamino que necesariamente recuerdan al Captur pero adaptadas a sus medidas y proporciones (4,45 metros de largo y 1,84 metro de ancho). La impresión de robustez, los pasos de rueda amplios y protegidos, los esquís delanteros y traseros, los protectores inferiores de las puertas... Todo se circunscribe en ese código estético propio de la categoría más de moda. 

Del frontal sólo un comentario: ahora que muchos fabricantes acaban de lanzar una nueva oleada de SUV compactos o tienen el reemplazo de los modelos actuales ya en la recámara, el Kadjar parece haberse quedado como una de las alternativas más conservadoras. Especialmente tras ver los nuevos Renault Mégane y Talisman. En el lado opuesto, es muy acertada la nueva firma luminosa que aporta la guía LED en forma de ‘C’ y que estrenó el nuevo Espace.

Como siempre cuando probamos un coche, no vamos a hacer mucho hincapié en su diseño, aunque sí solemos detenernos en su interior. Acierta Renault al señalar el espacio libre para cabeza, hombros y codos como uno de los puntos fuertes del Kadjar, además de unos asientos muy confortables y bien terminados. El triángulo que forman el volante, el cuadro y la consola merece un sobresaliente por el avance que supone respecto a otros modelos de la marca. No es algo que haya empezado en el Kadjar ni tampoco acaba con él como hemos visto en el Espace y (de nuevo) e intuido en los nuevos Talisman y Mégane.

El cuadro, en realidad una pantalla TFT a todo color y muy bien contrastada, le da un punto moderno y sofisticado con sus cuatro modos de visualización y cinco colores personalizables. El volante está muy bien terminado y aunque no esté revestido en piel el tacto es bueno y es muy ergonómico. Hay multitud de detalles en cromo que subrayan la anchura de la cabina y le dan unas pinceladas de clase.

La consola adquiere aires mucho más germanos y en ella queda integrada la pantalla de siete pulgadas del sistema R-Link 2. Además del mejor acabado y una integración perfecta en el entorno del puesto de conducción, hay que poner en valor que su funcionamiento, como en la del Espace, es mucho más intuitivo y veloz. Eso incluye el acceso y aprovechamiento de aplicaciones o algo tan común como el propio emparejamiento con el teléfono inteligente vía Bluetooth.

 Son mejorables los mandos de los paneles de las puertas y el poco estético soporte para monedas de la consola (sólo en versiones sin el mando del sistema 4x4 inteligente), más propios de etapas anteriores de la marca. Sí es una gran noticia para el Kadjar que Renault aproveche su enorme bagaje en la fabricación de coches familiares haciendo sus plazas traseras muy confortables (910 mm de habitabilidad vertical y un ancho para codos de 1.455 mm) y poniendo a su servicio un maletero con 527 litros. Entre sus ventajas cabe destacar los dos o tres compartimentos en los que puede dividirse o la posibilidad de transportar objetos de hasta 2,5 metros con la opción del asiento del copiloto con respaldo abatible. Los traseros, divididos en tres secciones, se desbloquean fácilmente mediante unas empuñaduras.

Un buen caminar

La versión que probamos, la Zen Energy dCi 130, no contaba con tracción total, pero sí con el Extended Grip que, en condiciones de agarre deficiente, mejoran la adherencia al evacuar el barro o la arena con eficiencia de los neumáticos especiales ‘Mud and Snow’. No tuvimos ocasión de abandonar el asfalto durante esta toma de contacto, de manera que no pudimos chequear su eficiencia ni tampoco las ventajas de los 20 cm de altura libre de la carrocería o los ángulos de ataque y salida de 18 y 28º respectivamente.

Limitándonos por tanto al asfalto, el Kadjar rueda con personalidad sobre él. Nos pareció muy confortable en carretera y vivo a la hora de maniobrar. Con el interrogante de cuál será su rendimiento en pistas de tierra, este modelo cubre todo ese pliego de condiciones que para Renault define a un crossover: conducción de una berlina, confort y modularidad de un monovolumen. En este aspecto se puede decir que la marca ha cumplido su objetivo.

Otro punto donde este modelo puede marcar distancias con la media de su segmento es en el de asistentes a la conducción y sistemas de seguridad activa. Muy útil es la alerta de exceso de velocidad con reconocimiento de señales, que nos ‘chiva’ el límite de velocidad en el cuadro digital, sin desmerecer en absoluto la alerta por cambio involuntario de carril y el aviso de ángulo muerto que montaba este modelo. 

Además, esta unidad disponía del Pack Easy Parking Premium que incluye el aparcamiento ‘manos libres’ tanto en línea como en batería, sensores de proximidad delantero y trasero y cámara de marcha atrás. Vamos, imposible errar en la maniobra de estacionamiento y menos aún marcar la carrocería en un despiste...

El motor, el Energy dCi 130, es un 1.6 16V que, según la marca, tiene en el amplio rango de utilización de su par motor (320 Nm) uno de sus puntos fuertes. Sus 130 CV dan bastante de sí, pero con lo que nos quedamos es con un consumo medio oficial de 4,3 l/100 km y unas emisiones de CO2 de sólo 113 g/km que le permiten driblar el impuesto de matriculación. En este terreno, el medioambiental, este motor lleva un filtro de óxidos de nitrógeno así como un filtro de partículas que no requiere mantenimiento. 

El aliciente de su denominación de origen

En un momento en el que la aportación al PIB y, muy especialmente, la creación de empleo es motivo de orgullo para cualquier empresa, Renault tiene razones de sobra para presumir de que el Kadjar es un coche ‘made in Spain’. De hecho, fue una unidad de este modelo con la que la planta de Palencia alcanzó los 15 millones de vehículos producidos. Como ya explicamos, en versiones con los motores dCi 110 (diesel) y TCe 130 (gasolina) la denominación de origen no le viene grande porque estos propulsores se fabrican en otra planta española, la de Valladolid.

Pero dejando a un lado la inestimable aportación de Renault y algunos de sus modelos de mayor tirón comercial en Europa a la economía española, el Kadjar merece una buena valoración en este pequeño análisis fruto del contacto que tuvimos con él en Tenerife. Convence en su línea, enamora su confort interior y el espacio del que se dispone y se erige, de entrada, en uno de los más y mejor equipados en cuanto a dispositivos multimedia y asistentes a la conducción. Aspectos todos muy tenidos en cuenta por parte de ese cliente europeo, español y, muy especialmente el canario, que ha hecho de los SUV compactos una de las locomotoras del segmento C.

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