En una espiral de deportividad sin fin, Volkswagen ha vuelto a dar una vuelta de rosca más a su Polo GTI. Lo hace de la forma más heterodoxa y directa –vía prestaciones–, pero, también, sacando partido a las infinitas posibilidades que ofrece ese puesto de conducción más tecnológico y adaptable que, en este modelo, se decanta por un interfaz más ‘racing’ en el cuadro de instrumentos digital y, si así se quiere, en la pantalla multimedia.
La modernización del GTI no es algo exclusivo de esta versión, sino parte del proceso de actualización de toda la gama Polo. Sí lo es el relevo en su parte mecánica del antiguo 1.8 TSI por un ‘dos litros’ de inyección directa de gasolina de 200 CV, cifra hasta ahora inédita en la historia de este modelo, ya que el anterior Polo GTI tenía 8 CV menos en su ficha técnica.
El poderío que irradia este motor llega hasta el último centímetro de coche cuando pulsas el botón de arranque, activas el modo ‘Sport’ en el selector de perfiles de conducción y pisas el acelerador como si tuvieras en medio de un tramo cronometrado. Al fin y al cabo, esa fantasía está más justificada que nunca en la larga historia del Polo GTI, ya que, por primera vez, las siglas de Gran Turismo Inyección se asocian a un coche creado por Volkswagen Motorsport para competir en rallies.
Aunque en realidad esa relación más estrecha con el departamento de competición de la marca alemana no ha representado un salto evolutivo en esa escalada de prestaciones, sí estamos ante el mejor Polo GTI. Su nuevo motor es portentoso y la explosión de sensaciones cuando se van agolpando los caballos a medida que el cuentarrevoluciones apunta a la zona roja, inmediata. Entre las 4.400 y las 6.000 rpm da el do de pecho, aunque el par máximo de 320 Nm se mantiene constante mucho antes, desde las 1.500 y hasta esas 4.400 rpm.
Por características y motor, más que compararlo con el anterior GTI, este Polo nos pide que lo pongamos cara a cara con el Polo R de 220 CV. Aquel modelo que también estaba emparentado con el coche que marcó una época en el Mundial de Rallies desde 2013 y hasta 2016 necesitaba tres décimas de segundo menos para alcanzar los 100 km/h desde parado (6,4 frente a los 6,7 del Polo GTI), pero llegaba a ser díscolo, áspero en sus reacciones y en un tacto de dirección que si bien no podía ser más deportivo, no lo hacía apto para todos los públicos. Tampoco su amortiguación, que propiciaba que cualquier irregularidad del terreno acabara filtrándose hasta las manos de quien estaba al volante. El Polo GTI, en cambio, a pesar de moverse en índices de potencia, aceleración y par muy similares, es más amable y confortable.
Y lo es también con el selector de perfiles de conducción en modo ‘Sport’, el mismo que enrabieta el Polo GTI para hacerlo más reactivo en dirección, motor y cambio, por cierto, DSG de seis velocidades. La transmisión, por deliciosa y versátil, es otra de las perlas de este modelo, ya que permite un uso completamente automático y uno secuencial vía palanca o vía levas del volante. Aunque la hayamos probado en decenas de Volkswagen nunca deja de sorprender y convencer.
Apretando los dientes y buceando en el gran potencial dinámico que esconde siempre en modo ‘Sport’, el Polo GTI sólo ofrece sensaciones positivas. Sin ser radical, no hay ‘morreos’ ni malos gestos en curva. El diferencial electrónico XDS cumple su función permitiendo unos pasos por curva más vivos y las suspensiones, permiten un compromiso entre dinamismo y confort verdaderamente sorprendente.
Aunque Volkswagen presume de una alta eficiencia, sólo hay una manera de acercarse a esos 5,9 l/100 km de consumo medio: eligiendo el modo ‘Eco’ en el selector de perfiles de conducción y aletargando ese don que esconde su motor. A poco que pasemos del verde al rojo GTI, los datos de consumo se disparan hasta el punto de mermar su autonomía.
Las ventajas de un entorno más tecnológico
Aunque los más puristas se echarán las manos a la cabeza, he de decir que la experiencia de conducción del Polo GTI es aún más redonda gracias a ese nuevo entorno tecnológico que estrena. Las posibilidades del cuadro de instrumentos digital y alta definición (1.280 x 480 píxeles) son enormes, pero en una versión ‘hi-sport’ como ésta resulta especialmente útil. En cualquiera de sus tres modos de visualización el piloto cuenta con una gran cantidad de información y bien ordenada. Ya para aderezar la conducción y rizar el rizo, la pantalla táctil del equipo multimedia también puede mostrar algunos datos del vehículo en clave deportiva.
El entorno, en definitiva, acompaña. Eso incluye el techo en color negro, el volante y el pomo del selector del cambio DSG típicamente GTI y, por supuesto, el tapizado ‘Clark’. Visto desde fuera, puede que el Polo GTI no imponga miedo, pero sí el respeto que merece un modelo de su tradición y prestaciones. Salvo por detalles muy concretos como el alerón con dos secciones o las pinzas de freno rojas, este modelo prefiere alimentar su deportividad con pinceladas de un enorme estilo.
Las líneas más marcadas de la nueva generación Polo son una buena materia prima, pero se insufla ese mayor carácter con los paragolpes con spoilers integrados, la rejilla con estructura de panal de abeja, las taloneras y la doble salida de escape trasera. Tanto la balda horizontal que prolonga visualmente el capó (seña de identidad del nuevo Polo) como la prolongación del caraterístico ribete rojo GTI de la parrilla hasta el faro mediante un winglet le sientan de miedo a este modelo.