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Giulietta, la reinterpretación de un mito

  • El motor 1.4 Turbo de 120 CV disfruta de un consumo medio de 6,4 L.

Sin duda estamos ante un vehículo cien por cien emocional. Excelencia, leyenda, deportividad, estilo, diseño, todo este compendio de características que la marca ha ido adquiriendo a lo largo de su historia se conjugan y se transmiten directamente a sus nuevas creaciones. El Alfa Romeo Giulietta es digno heredero de este cóctel de sensaciones en el que de forma descarada se consigue (y no decimos se pretende) romper con ciertas ataduras y esquemas estéticos sin ningún temor al qué dirán.

El Giulietta, nace en un entorno de celebraciones en la marca, su centenario, y ello conlleva una gran responsabilidad. Ciertas pinceladas continuistas, herencia del esfuerzo realizado en modelos como el Alfa 8C o más recientemente, en el Alfa Mito, indican el grado de confianza de sus creadores en una línea de diseño que expresa, sobre todo, agilidad. Pero no olvidemos que el nuevo Giulietta se enmarca en un segmento de volumen y que a pesar de sus especificidades, de él se espera algo más que un mero reconocimiento fruto de su inequívoca deportividad. Y es que sin querer salirse de su esquema principal, el vehículo comporta grandes dosis de habitabilidad y confort como es de esperar en un coche de su categoría.

Este pacto en su arquitectura se basa en una nueva plataforma mucho más ligera. De ella dependen todos los parámetros que afectan a su comportamiento. Un chasis más rígido y principalmente la suspensión, cuyo tarado, sin ser excesivamente duro, permite un comportamiento en el que se manifiesta un verdadero equilibrio entre esa delgada línea que separa lo ágil de lo radical. Pero se puede ir más allá y es aquí donde esta nueva creación marca la diferencia. ¿Porqué no tener lo mejor de los dos lados de esa línea imaginaria? El nuevo Giulietta incorpora el sistema DNA, un dispositivo que personaliza su comportamiento según las condiciones y el estilo de conducción de sus usuarios. En base a distintos parámetros, como el funcionamiento del motor, la transmisión, el sistema de dirección, el diferencial electrónico y el control de estabilidad, esta solución electrónica cambia el carácter del vehículo en función de las tres opciones disponibles: Dinamic (D), Normal (N) y All Weather (A) y les podemos asegurar que se nota y mucho.

Estéticamente, el frontal se desarrolla a partir de una nueva interpretación de la paleta de estilo utilizada en los modelos antes mencionados donde el símbolo clásico de Alfa queda ahora como suspendido sobre el parachoques delantero, entre las rejillas de ventilación. Ello le permite jugar con una imagen que doblega su personalidad en la que se conjugan ciertas dosis de agresividad con una elegancia distintiva. Los faros incorporan una lágrima de atractivos leds que funcionan como luz diurna. Una solución utilizada también en los faros traseros y que potencian la imagen visual de todo el conjunto.

El perfil, como dice mi compañero, es el que le da carácter, otorgándole ciertamente esa imagen robusta y dinamizadora. El mérito está en la silueta que conforma la línea del techo con claras reminiscencias a un cupé que propicia la solución adoptada para la apertura de las puertas traseras y que se puntualiza con detalles en cromado que encontramos en el acabado de los pomos de las delanteras y de los espejos retrovisores. En resumen, son 4,35 metros de largo, 1,80 de ancho y una altura de 1,46, una estructura en donde se ha llevado hasta el extremo la distancia entre ejes (2,63 metros) como un elemento más a la hora de buscar el mayor equilibrio y aplomo del vehículo en lo referente a su comportamiento, sin penalizar el espacio de carga en el maletero que asciende hasta los 350 litros.

El interior transmite una ruda belleza. Y es que sin demostraciones grandilocuentes, su simplicidad es fruto de un profundo estudio de original elegancia y fácil interpretación, de líneas muy ajustadas donde los controles, de clara orientación deportiva,  se concentran en la columna central. Los asientos combinan la piel y la tela y los controles de audio situados en el volante contribuyen a su ergonomía general y fuerte impacto visual donde como en las últimas tendencias arquitectónicas, el lujo y el confort van convenientemente unidos a la sencillez.

Hemos reservado para el final su motor pero es que nos hemos quedado tan obnubilados con el conjunto que casi nos pasa desapercibido. Sin embargo su protagonismo en un vehículo que goza de tanta tecnología es vital y el motor se beneficia sin duda de ella. Tratándose de la opción más básica no me quiero imaginar hasta donde es capaz de llegar sin superamos la barrera de los 120 CV ofrecidos por el motor de 1.4 litros turbo alimentado del que gozaba esta unidad de prueba. Lo mejor, en este caso, es lo más racional, bajo consumo y menores emisiones gracias al sistema start-stop (desconectable) de serie en toda la gama y provisto de una caja manual de seis velocidades que es una joya. El Giulietta se ofrece en dos versiones de acabado Progression y Distinctive a los que se puede añadir un merecido paquete de personalización.

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