El Mundial de Rallyes afronta su gran final. Después de una temporada abierta y competida como ha habido pocas, el campeonato más deslumbrante de la especialidad se va a decidir, por primera vez desde 2003, en la última de las trece citas calendadas este año, el Rallye de Australia, entre los tres pilotos que más pujantes se han mostrado desde que el certamen cambió de sino el pasado año: Sébastien Ogier, Thierry Neuville y Ott Tänak.
Después de haber remontado el vuelo durante el pasado mes de octubre, ganando con maestría el Rallye de Gales, y secundando después a su tocayo Loeb en Cataluña, el vigente campeón llega a las antípodas posicionado nuevamente, seis meses después de que se viera desbancado por Neuville, como líder del Mundial; aunque con sólo tres puntos de ventaja sobre el joven belga que lo escoltó en la clasificación del campeonato los últimos dos años.
Él mismo entraña la gran amenaza para Ogier, no en vano es el que más opciones tiene de impedir que el piloto de Gap se corone campeón por sexta vez, antes de regresar a Citroën, lo que comportaría también un nuevo entorchado en el casillero particular de Francia, que se mantiene invicta todavía desde que el otro Seb cantara por primera vez el alirón, a finales de 2004. Una racha sin parangón en la historia de los rallyes.
No en vano, aunque tenga más complicado hacerse con el Mundial, puesto que, a diferencia de los otros dos aspirantes, no depende solamente de su actuación, Ott Tänak, el piloto que mayores réditos ha obtenido durante la segunda mitad del campeonato, sumando nada menos que tres victorias consecutivas (Finlandia, Alemania y Turquía), y liderando, de hecho, en todos los rallyes celebrados desde agosto, podría también volver como campeón de Down Under.
El mismo escenario donde se va a jugar asimismo el título de marcas el equipo que lo fichó hace un año, Toyota, cuyo liderato respecto a Hyundai en lo concerniente a este apartado se vio resentido por el pinchazo que desbancó del primer puesto al estonio a mitad del Rallye de Cataluña, y el toque que relegó a última hora a Jari-Matti Latvala cuando se andaba jugando los honores con Sébastien Loeb.