Ya saben: un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la Humanidad. En esa gesta que fue la llegada del Apolo XI a la Luna, Canarias se llevó un pedacito de gloria. El Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) de Maspalomas fue una de las estaciones en las que se apoyó la NASA para poder hacer un seguimiento de ese histórico periplo espacial de Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin. Ahora que se cumple medio siglo de este viaje, nosotros le hemos hecho nuestro particular homenaje conduciendo por sus alrededores el nuevo Hyundai Kona Eléctrico, un modelo que supone –y discúlpenos el tópico– un gran paso en ese rumbo hacia la electrificación.
A diferencia de otras ocasiones en que nos mantenemos –más o menos– al margen de otras opiniones y consideraciones de los coches que vamos a probar, en el caso de la versión eléctrica del Kona ha sido imposible. Su recibimiento entre el colectivo de usuarios de coches eléctricos ha sido tan bueno y tan positivas las críticas que nos hemos subido a él con unas expectativas muy altas. Y eso, más que una ventaja, acaba siendo un lastre a la hora de someter a examen cualquier coche.
Pero el Kona Eléctrico no es cualquier coche. Por lo menos, no en su versión con la batería de mayor capacidad que pone frente a frente una potencia máxima de 204 CV y 395 Nm de par con una autonomía de conducción contante y sonante de 449 kilómetros (según ciclo WLTP). Lo primero que hay que decir es que no hay que ser un maestro en conducción eficiente para lograrlos. Sólo aprovechar las herramientas que este coche tiene para ahorrar energía o regenerarla y renunciar a pequeños lujos como el aire acondicionado (el impacto sobre la autonomía sigue siendo exagerado) o a presumir de su aceleración.
Es cierto también que la batería de alta capacidad de 64 kWh requiere de potencias de carga generosas. Con una red doméstica con potencias reducidas la recarga se eterniza, por lo que es un factor que hay que tener en cuenta a la hora de valorar el salto a lo eléctrico. Sea cual sea, el Kona Eléctrico cuenta con una toma de carga rápida de 100 kW (con el que en 54 minutos se recarga el 80%) y una de 7,2 kW convencional con la que en nueve horas y 40 minutos se puede recargar por completo esas baterías.
En cualquier caso, todas estas consideraciones previas pasan a un segundo plano rápidamente cuando nos subimos al Kona Eléctrico y le damos al botón de arranque. Es momento de comprobar si esas expectativas tan altas están o no justificadas.
Mucha información
Hyundai desarma a los conductores con prejuicios desde que toman posición en el puesto de conducción. Y lo hace con información y máxima sencillez. El cuadro de instrumentos digital de siete pulgadas (adaptable según el modo de conducción activo) concentra todos los datos que hacen falta, tanto en marcha como cuando se está cargando. Enchufado a la red informa del nivel de carga, su equivalencia en kilómetros de autonomía, el tiempo que queda para completar la capacidad de las baterías y la potencia a la que se está recargando.
En funcionamiento, ese mismo panel derecho nos informa de la autonomía, la distancia recorrida, el consumo medio, el tiempo acumulado y del nivel de carga. Todos estos datos no son estimativos, son reales y completamente fiables, por lo que en todo momento el conductor tiene información fidedigna de la gestión de la energía. En este sentido, el diagrama de la izquierda, que muestra cuándo y en qué medida el motor ‘tira’ de las baterías y cuándo y en qué medida el freno regenerativo les devuelve parte de la energía consumida, es un eficaz ‘eco trainer’.
El funcionamiento de la transmisión es otro canto a la simplicidad. No hay palanca ni joystick, sólo cuatro botones: directa, marcha atrás, punto muerto y posición de aparcamiento. Hyundai lo llama cambio electrónico por botón (shift by wire) y no hace falta decir que adaptarse a su funcionamiento es un trámite de minutos.
Dos pedales en uno
Lo mismo se puede decir de las tres posiciones del freno regenerativo seleccionables mediante las levas adheridas al volante. Jugando con los diferentes niveles de retención (uno el más leve y tres el más intenso) se puede llegar a conducir controlando únicamente el pedal izquierdo, el del acelerador, en un amplísimo rango de situaciones.
La primera posición es la mejor para transitar en llano por vías rápidas; la tercera, en cambio, sólo es recomendable en descensos o, directamente, en una conducción deportiva (sí, algo absolutamente compatible con este modelo) por carretera de montaña. La segunda cumple a la perfección su cometido en el resto de circunstancias, pero conviene jugar con las levas para aprovechar toda ocasión para regenerar carga a medida que circulamos. En muchas ocasiones se puede parar el Kona Eléctrico sólo con levantar el pie del acelerador, pero, por si acaso, los frenos convencionales nos proporcionan un mordiente intachable.
Otro vector con el que se puede jugar es el de los modos de conducción. Son también tres y, como en otro tipo de coches, uno, el ‘Eco’ prima la eficiencia a costa de nervio y ciertas prestaciones (limita la velocidad a 120 km/h, ni uno más), mientras el ‘Sport’ es justo lo contrario. El primero nos permite tener un verdadero control de la autonomía, mientras el segundo hace que se nos escurran entre los dedos algún que otro kilómetro de alcance, aunque disfrutando –eso sí– del verdadero potencial del motor eléctrico.
Con 204 CV y 395 Nm de par, el propulsor es una gozada. Si la primera impresión es la que cuenta, ojo con su aceleración. Aunque no sea un valor que, sobre el papel, quite el sentido (de 0 a 100 km/h en 7,6 segundos), la sensación al pisar el pedal hasta el botón (kick down) impresiona. Acostumbrados como estamos a la aceleración lineal de los motores térmicos, el eléctrico del Kona va verdaderamente sobrado. De hecho, el tren delantero pierde estabilidad cuando se acelera a fondo. En cualquier caso, si queremos que el consumo medio no se desmadre y conservar autonomía, convienen conductores que no sean de gatillo fácil.
Sensación de estabilidad
En curva, el Kona Eléctrico da buenas sensaciones. El freno regenerativo aporta un cierto apoyo y la posición baja de las baterías, con el consiguiente efecto sobre el centro de gravedad, proporcionan una impresión de estabilidad. De ahí a decir que su comportamiento sea deportiva hay un mundo, pero desde el punto de vista del dinamismo no se le puede poner ni un pero a este modelo.
A efectos de habitabilidad, la única concesión se produce en el maletero, que pasa de los 361 litros del modelo convencional a 332. El cambio por botón, sin embargo, permite aprovechar la consola central creando una zona para guardar bolsos, dispositivos y objetos de tamaño mediano. En realidad, todo lo dicho hasta ahora puede ser aplicable a otros eléctricos de última generación, pero Hyundai ha conseguido en el Kona pulir cualquier impureza.
La conclusión después de haber probado este modelo es que la pelota de la movilidad eléctrica ha dejado de estar en el tejado de los fabricantes de automóviles. Con modelos como el Kona, podemos aferrarnos al inconveniente de la escasez de puntos de recarga (especialmente los rápidos) o a la falta de fluidez de los planes de ayuda a la compra, porque por prestaciones, comportamiento dinámico, autonomía, confort de uso y esa creciente conciencia medioambiental, no hay peros que valgan. ¿El precio? Desde 29.990 euros en Canarias y ocho años de garantía para sus baterías, si se tiene en cuenta todo lo que aporta puede llegar a ser lo de menos.
Otra de sus bazas
En todos esos factores que hay que tener en consideración a la hora de valorar la compra de un coche eléctrico conviene incluir otra variante: el equipamiento. En Hyundai lo saben y por eso le han dado a esta versión del Kona prácticamente todo. En seguridad activa incluye una serie de dispositivos que la marca engloba bajo el término SmartSense como la frenada de emergencia con detección de peatones, detector de ángulo muerto, el avisador de colisión por tráfico cruzado trasero, el sistema activo de cambio involuntario de carril con un efectivo asistente de mantenimiento de carril. Igual de útil es el Control de Crucero con función Stop&Go que, una vez prefijada una velocidad, mantiene constantemente la distancia respecto al vehículo que circula por delante frenando o acelerando de forma automática. Si la situación lo requiere (por ejemplo, en un atasco), puede llegar a detener el coche.