En plena crisis sanitaria y con una preocupación creciente por el cariz que va tomando ésta, hablar de automovilismo y la necesidad de reformular por completo su calendario de pruebas puede parecer una frivolidad. Por supuesto, hay otras cuestiones mucho más urgentes, pero conviene que los entes federativos contemplen los suficientes escenarios como para poder reactivar la temporada tan pronto como se levante el Estado de Alarma y todos sus efectos derivados.
En el mejor de esos escenarios, el más optimista y no necesariamente realista, el fin de semana del 18 y 19 de abril sería el primero hábil tras el paréntesis que se abrió el 14 de marzo una vez empezaron a precipitarse los acontecimientos. Sin embargo, igual que la prohibición de eventos que implicaran una alta concentración de público llegó antes de las medidas de confinamiento, es previsible que haya que esperar algunas semanas más hasta que se levante esta lógica limitación.
Con este panorama, con la incógnita de cuánto puede prolongarse el Estado de Alarma y con la curva de contagio aún al galope, hay organizadores que dan por perdido el mes de mayo. Tienen razones para verlo así cuando la Real Federación Española de Automovilismo (RFEDA), siguiendo la estela de Federación Internacional de Automovilismo (FIA), está despejando de pruebas ese mes ante lo que pueda pasar.
Si finalmente es en junio cuando recupere el pulso esta atípica temporada 2020 se habrán perdido tres de los meses más intensos en lo que a actividad deportiva se refiere, lo que obligará necesariamente a tomar decisiones drásticas por parte de la Federación Canaria de Automovilismo, las provinciales de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas y la insular de La Palma.
Igual que aquel refrán de que dice que ‘cuando veas las barbas de tu vecino pelar pon las tuyas a remojar’, con Manuel Aviñó, presidente de la RFEDA, advirtiendo que la temporada 2020 será más corta y con menos pruebas, conviene hacerse a la idea de que más pronto que tarde habrá que coger el toro por los cuernos y empezar con la criba.
Por supuesto que antes de ello hay que saber dónde va a estar la línea roja a partir de la cual habrá que ‘amputar’ en el calendario, pero las federaciones deberán establecer qué campeonatos son prioritarios y, dentro de ellos, qué pruebas deben permanecer en esa agenda deportiva. Hay quien apunta que si esta crisis puede dejar alguna lección, ésa puede ser la de aligerar un calendario que, sólo en la provincia de Las Palmas, contaba con alrededor de medio centenar de pruebas.
El criterio de los deportistas ha de contar en cualquier decisión que se tome. Si finalmente se plantea una temporada 2020 de mínimos será con el beneplácito de pilotos y copilotos que afrontan con enorme incertidumbre los próximos meses ante las imprevisibles consecuencias económicas de esta crisis sin precedentes. El impacto que ésta puede tener sobre las empresas privadas y las entidades públicas que han ayudado a impulsar el automovilismo preocupa igualmente a organizadores y deportistas.
Urge también que, ante lo sucedido en la última Asamblea General Ordinaria de la FCA, se trabaje a más largo plazo y, a poder ser, mediante un órgano equivalente a la Comisión Delegada de la RFEDA que proporcione mayor agilidad y eficacia en la toma de decisiones. Es necesario implementar medidas que hagan posible que la federación se mantenga activa y con capacidad de decisión incluso en una situación como la actual que hace totalmente inviable la reunión de los asambleístas en un mismo lugar físico. El simple trámite que requiere la convocatoria de una nueva Asamblea General Extraordinaria retrasará aún más la normal puesta en marcha de esta temporada 2020 que aún está en el aire.
