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Ante un automovilismo sin público

  • Ya sabemos que la realidad puede superar la ficción
  • Es la tesitura ante la que se encuentran las federaciones

Como los antiguos bombardeos en alfombra que arrasaban ciudades enteras sin dejar piedra sobre piedra, la pandemia del coronavirus está siendo una auténtica apisonadora en su expansión por todo el mundo. Este microscópico agente infeccioso ha puesto en jaque a esta sociedad globalizada y sus consecuencias económicas, a pesar de ser ya catastróficas, no se van a conocer hasta que, pasados unos cuantos meses, se compruebe si va a haber o no un rebrote y su nivel de virulencia.

Creímos que una enfermedad que surgió en la lejana China no nos iba a afectar; creímos, cuando se encendieron las alarmas de los primeros casos en Europa, que no era tan grave; entonces, cuando en realidad ya era tarde, también quisimos creer que era poco más (e incluso menos) que una gripe convencional; creímos que era imposible confinar un país entero; creímos que sólo sería cuestión de un par de semanas… Y así podemos llenar párrafos y más párrafos de suposiciones en pasado que resultaron ser todas erróneas. 

La enfermedad del COVID-19 nos ha confirmado que, por muy apocalíptica y distópica que parezca, a veces la realidad supera la ficción. Ya nadie se atreve a poner en duda esa ‘nueva normalidad’ a la que se refiere el Gobierno como punto final de la ‘desescalada’, así que, en lo que al deporte que nos atañe se refiere, lo de un automovilismo sin público en las cunetas y las gradas ha de tomarse en serio. Nos espanta la idea, por supuesto, pero a ver quién tiene las narices de no barajar esa posibilidad a estas alturas de la película.

Es la tesitura en la que se encuentran las distintas federaciones automovilísticas. Aunque el confinamiento acabará más pronto que tarde, nuestro día a día va a verse afectado por un distanciamiento social incompatible con cualquier tipo de evento deportivo que implique una afluencia numerosa de público. La disyuntiva que se les presenta es clara: o se restringe total o parcialmente la asistencia de aficionados nada más se reinicie la actividad o se cancela la temporada.

El caso de la FALP

Miguel Ángel Domínguez, presidente de la Federación de Automovilismo de Las Palmas, fue claro en la rueda de prensa que hizo por videoconferencia este pasado lunes: la prohibición de público es una posibilidad que hay que valorar. En su caso, recién estrenado en un cargo al que accedió en enero, se niega a dar la temporada por perdida y está dispuesto a adaptarse a cualquier condición con tal de aprovechar los meses que sean hábiles para poder celebrar pruebas.

Entre esas condiciones está la imposibilidad de que los organizadores planteen ceremonias de salida y de entrega de premios, así como limitar el acceso y controlar el aforo a los parques de trabajo, medida ésta última que deberá contar con la comprensión de los equipos y que iba a ser una realidad en el Rally Villa de Santa Brígida que, días antes de su celebración tuvo que ser cancelado. 

Previsiblemente, la plantilla de los equipos, pero también los comisarios, tendrán que adaptar su dinámica de trabajo a esta ‘nueva normalidad’ mientras el riesgo de infección siga latente. Los equipos de protección individual (EPI) pueden formar parte del atuendo del personal de organización, mecánicos, etcétera. Otra de las incógnitas es si piloto y copiloto, que comparten a lo largo de una prueba un pequeño habitáculo, deberán ser sometidos a test periódicos o cómo puede afectar a los protocolos de seguridad.

En este sentido, la Real Federación Española de Automovilismo forma parte del Grupo de Trabajo de Impulso al Deporte (GTID) que el Consejo Superior de Deportes (CSD) ha creado para el desarrollo de protocolos y herramientas que permitan la adaptación de las distintas disciplinas a esa nueva realidad. Por ello, Manuel Aviñó ha solicitado a las distintas federaciones regionales su colaboración para aportar al CSD un completo paquete de medidas que hagan viable la reactivación de la temporada 2020.

Llevar las pruebas a casa

Si se accede a todo ello por el bien mayor de salvar la temporada automovilística 2020, el siguiente reto será, como explicó Domínguez, “llevar las carreras a casa de los aficionados”. Si no pueden echarse a la carretera, lo mínimo es facilitar su disfrute, ya sea en streamingmediante las redes sociales o a través de alguna televisión. Es, además, la única forma de que los rallies y las subidas conserven su atractivo para los patrocinadores (públicos y privados) que sostienen las pruebas y los programas deportivos de los equipos.

Ante medidas tan extremas que pueden cambiar –no sabemos por cuánto tiempo– este deporte tal y como lo conocemos ahora, hay quien cree que el peaje a pagar es demasiado alto. En una argumentación que es aplicable también a otros deportes de masas como el fútbol o el baloncesto, se considera que el automovilismo está hecho para el disfrute del público y que no tiene sentido celebrar pruebas sin gente en las cunetas. 

Además de dejar de contar con el empuje de la gente en las carreteras y para evitar la marcha de los patrocinadores, pilotos, copilotos y equipos deberán buscar también fórmulas para potenciar el tan ansiado retorno que buscan entidades públicas o privadas al invertir presupuesto en cualquier programa o evento. 

Con la posibilidad de un rebrote que los especialistas prevén para otoño como espada de Damocles, la evolución del brote infeccioso y su impacto en nuestra sociedad determinará la duración de esta temporada, pero también de todas estas medidas extremas que, esperemos, sean coyunturales. De momento, campeonatos del calibre del Mundial de Fórmula 1, el de MotoGP o el Mundial de Rallies ya han tenido que asumir cancelaciones, pérdidas millonarias (incluyendo planes de ‘rescate’ a los equipos más modestos en el caso de Dorna) y, por supuesto, la realidad de tener que celebrar carreras de monoplazas y motos a puerta cerrada. Recuerden: la realidad puede superar a veces la ficción.

 

Foto: Citroën Racing

Autor
Róber Martí
Periodista. Ha sido redactor del periódico Superdeporte así como en otros medios de especializados como Motor 2000 o Canarias Racing. Ha colaborado en Radio Marca, COPE y actualmente codirige el programa Motor en la Onda de Onda Cero Canarias.
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