Audi continúa, peldaño a peldaño, conquistando espacios en el largo camino hacia la electrificación. El Q4 e-tron y su alter ego con carrocería SUV coupé, el Q4 Sportback e-tron, lejos del escaparate que supuso el lanzamiento del primer buque insignia de la nueva familia de vehículos cien por cien
eléctricos -el e-tron-, se aproximan más al modelo de automóvil con el que la marca aspira a manejar mayores volúmenes comerciales. Lo es por dimensiones, por la variedad de su oferta, y también por precio -desde 32.150 euros ahora en promoción- aproximándose cada vez más a la deseada equiparación con vehículos premium equivalentes con motor de combustión.
El Q4 Sportback 40 e-tron, protagonista de nuestro test de hoy, se sitúa en el escalón intermedio, equipa una batería con una capacidad de 77 kWh netos -82 kWh brutos-, la misma que el modelo que ocupa el tope gama, diferenciándose de este último por la utilización de un solo motor eléctrico que impulsa a las ruedas traseras.
DISEÑO
Audi atina a la hora de desarrollar su diseño. No se entretiene en grandes dilemas estéticos, sino que dentro de una línea de evolución natural, concierta elegancia con el desparpajo propio de la estética deportivo.
Echemos un vistazo, por ejemplo, al portentoso frontal donde se concentra buena parte de su carácter y donde es más evidente este ejercicio de conciliación. La trama escogida para la parrilla principal que emula la cestería artesana contrasta con el despliegue de elementos técnicos que hacen de centinelas durante la conducción. Es el caso del radar frontal, las cámaras con función de vigilancia periférica o el amplio despliegue de sensores ultrasónicos.
Los faros merecen mención especial. Equipados con tecnología Matrix LED, además de las ventajas de su funcionamiento selectivo ofrece otra singularidad, la posibilidad de escoger entre cuatro firmas luminosas distintas lo que es una auténtica chulada.
Caminamos hacia la parte posterior y en seguida se observa como la baja postura del vehículo, las grandes llantas de 21 pulgadas, los cristales oscurecidos, pero sobre todo la línea en caída de la silueta cupé y el prominente alerón rompen con cualquier atisbo de moderación, acentuando su faceta más atrevida. Como los faros delanteros, los traseros también muestran una proyección distintiva realzada por una franja luminosa de aspecto tridimensional que conecta los grupos ópticos.
A BORDO
La armonía es igual de evidente cuando entramos a examinar el interior. Audi es experta en equilibrar el desarrollo tecnológico, con el cuidado y la calidad del diseño, y a su vez con el espacio. Así, sin grandes estridencias, elementos como la instrumentación digital, la pantalla principal, la consola central y el compacto volante con forma hexagonal fluyen en torno al puesto de conducción proporcionando una sensación de enorme desahogo al resto del habitáculo. Frente a la posición del conductor, el head-up display con realidad aumentada introduce novedades como los símbolos de la navegación que parecen flotar sobre la carretera.
La operatividad de los elementos de control, por tanto, es máxima conciliando las superficies táctiles con los mandos físicos. Las posibilidades de interacción, poniendo en valor todas las funciones y servicios a disposición del conductor, son de auténtico estudio. Lo principal, una vez superada la etapa de configuración y adaptación, es que la mayoría de las programaciones están encaminados a priorizar la seguridad y los recursos disponibles en pos de la eficiencia. Esto, resumiendo mucho.
PRIORIDAD A LA EFICIENCIA
Como señalábamos, El Q4 40 e-tron se sitúa en el centro de la oferta y cuenta con una batería que ofrece una capacidad neta de 77 kWh. El motor eléctrico general 150 kW de potencia (204 CV) Y 310 Nm de par. La autonomía, con las baterías al máximo de carga, alcanza los 519 kilómetros y el
consumo, siempre según datos oficiales, se sitúa entre los 17,3 y los 20 kWh/100 km.
La realidad no dista mucho de las cifras ofrecidas por el fabricante. Quien dijo ansiedad. En las islas y tras varios días usando el vehículo de forma convencional, con algún que otro desplazamiento de larga distancia, aún restaba autonomía suficiente para seguir circulando durante un buen número de kilómetros.
Todo gira en torno al concepto de eficiencia, empezando por el bajo coeficiente aerodinámico de la carrocería hasta los múltiples recursos que proporciona su avanzado desarrollo. El programa de selección de los perfiles de conducción (Audi drive select) pone a disposición del conductor la posibilidad de escoger el modo que mejor se adapte a cada situación de conducción.
El vehículo puede circular por su propia inercia, sin apenas consumo de energía, o en modo recuperación para lo que existen varias posibilidades. Está la opción B del cambio de marchas, un sistema de levas en el volante, con tres niveles de retención indicados en el cuadro de instrumentos, o mediante el asistente predictivo de eficiencia que monitoriza lo que ocurre en entorno del vehículo para adaptar la velocidad a la situación del tráfico.
A su vez, dispone de un sistema de carga combinado que admite tanto la recarga por corriente alterna como por corriente continua. En nuestra versión de prueba, la primera vinculada a la carga doméstica, llega hasta 11 kW. La segunda permite cargar con una capacidad máxima de hasta 125 kW con la que se dispondría, en diez minutos, de energía suficiente para circular unos 130 kilómetros más.
Todos estos aspectos son los que hacen tan interesante al Q4 Sportaback e-tron. La ausencia de ruidos y su alto nivel de confort y estabilidad están en perfecta comunión con la facilidad y el agrado a la hora de conducir. No esperen una gran explosividad, no es su papel –acelera de 0 a 100 km/h en 8,5 segundos y la velocidad máxima está limitada a 160 km/h- pero si una capacidad de respuesta y agilidad que ponen los pelos de punta.
