“Si te paran los pies, te salen las alas” fue la frase que eligió Marc Márquez para dar nombre a la victoria que consiguió en Aragón el año pasado con el Gresini Racing. Aquel triunfo fue un punto y aparte, fue el regreso del ruido de un corcho de Prosecco que tardó 1.043 días en volver a abrirse. Hoy, y esta vez con el equipo oficial de Ducati, Marc Márquez ha vuelto a hacer historia, y no por sumar un número a sus ocho títulos mundiales, sino por haber elegido hacerlo cuando no tenía nada más que demostrar.
Contra todo pronóstico, la chapa con el nombre y apellido del que, hace unos años, apodaban “Marcrash”, se volvió a colocar sobre el trofeo de MotoGP. Seis temporadas han pasado desde la última vez, en 2019. Hoy, con gritos de liberación y alivio en su vuelta de honor, el nuevo campeón del mundo nos hizo emocionarnos a todos con su indescriptible regreso a lo más alto. Toda la parrilla, su hermano, su pareja y Ducati, le felicitaron con abrazos que él solo pudo responder con llanto y gritos de “lo hice”.
Cuatro operaciones en el húmero, una diplopía, una mano fracturada, una intervención en quirófano para su síndrome compartimental, el sufrimiento de no poder pilotar sin hacerse daño con la pasada Honda, muchos impedimentos que al final del día, no fueron suficientes para derrotar el sueño del ‘93’. Y es que, es curioso, que para un atleta con estabilidad financiera, con multitud de récords y campeonatos, siga con la misma ilusión por ganar del primer día.
Campeones han habido muchos, uno de los más grandes es Valentino Rossi, al que Marc Márquez ya ha igualado en títulos con diez temporadas menos. Pero los campeonatos solo rellenan casillas con nombres y años, los campeones de verdad hacen historia con hitos como los que hemos presenciado hoy. En el que un deportista que estuvo a punto de retirarse, decidió demostrarse así mismo que seguía valiendo, y que ese piloto que fue el más joven en ganar un mundial de MotoGP, también podía convertirse en el más viejo en hacerlo.
2.184 días después, Cervera vuelve a recibir a un campeón del mundo, un campeón que se sinceró tras terminar la carrera y no parar de repetir que se sentía en paz consigo mismo, al haber apostado todo por su regreso al trono y darse cuenta de que siempre le ha pertenecido. Seis años después, y con la promesa cumplida a su difunto abuelo sobre intentarlo una vez más para volver a ganar o sino retirarse, a Marc Márquez le han salido alas, y la nueva pregunta que aparece es: ¿alguien se las podrá quitar?




