El fabricante asiático Kia afronta esta especial etapa de bonanza en la que está inmersa en Europa con mucho oficio. Los números le avalan con crecimientos en ventas más que esperanzadores. Un subidón de autoestima que responde a una estrategia bien orientada, en la que a simple vista los esfuerzos se encaminan a redescubrir las categorías más populares con el propósito de encandilar a un público joven que se define en nuestros días mediante cierto tipo de representaciones que en esencia también huyen de lo cotidiano.
Para ello y sin alejarse de aspectos que pertenecen al pliego de exigencias común, Kia establece criterios muy personalistas, donde la primera impresión cuenta y mucho, apoyados en diseños atrevidos. Pero sobre todo indaga en criterios ineludibles de calidad donde destaca un esmerado cuidado por los detalles.
Esa es la sensación que hemos tenido al conocer de primera mano el Kia pro_cee’d GT. Como miembro de la familia del afamado compacto, el nuevo deportivo juega un rol muy concreto haciendo acopio de un entramado de experiencias para poner en su haber requisitos esenciales en cuento a prestaciones y comportamiento dinámico. Para ello se dota al nuevo deportivo del motor 1.6 T-GDI con turbocompresor de doble entrada e inyección directa de gasolina capaz de alcanzar una potencia de 204 CV. Este esfuerzo supone toda una declaración de intenciones que sin embargo se escenifica en un compromiso absoluto entre deportividad y su capacidad para desenvolverse cómodamente durante el trasiego diario.
La palabra clave es proporcionalidad y se representa a través de unas dotes atléticas incontestables que se descubren a través de su efectividad al entregar la potencia, una puesta a punto de las suspensiones ideal para responder a su razón de ser y una dirección que se mantiene siempre precisa y que transmite confianza.
Lo curioso es que esos mismos argumentos sirven para hacer frente a esa otra faceta, más calmada, de regímenes bajos donde prima la eficiencia, donde la rigidez de los amortiguadores absorbe con limpieza el descuidado aspecto de nuestras calles y carreteras sacando a relucir otra de sus peculiaridades, una irrenunciable destreza. El sistema de control de estabilidad, desconectable, atiende a esta misma filosofía permitiendo al conductor ciertas licencias pero actuando premeditadamente para no sufrir sobresaltos innecesarios y garantizar al máximo la seguridad.
Pero ¿el pro_cee’d GT corre?
Corre y mucho. Las cifras oficiales hablan por sí solas. Asociado a una transmisión manual mejorada de seis velocidades puede acelerar de 0 a 100 km/h en 7,7 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 230 km/h que a pesar de lo goloso de nuestro escenario de pruebas no llegamos a comprobar. Si lo harían, suponemos, los responsables encargados de hacer miles de kilómetros de test durante su desarrollo en el emblemático circuito de Nürburgring Nordschleife, en cuyos aledaños la marca Kia ha inaugurado recientemente un nuevo centro de pruebas. Con ello no sólo se da fe de las intenciones del fabricante al dotarlo de su exclusiva naturaleza sino que se enfatiza en la confianza para seguir ofreciendo, no sólo en este sino en toda su gama de modelos, siete años de garantía.
Lo importante en estos casos es que existe predisposición a la deportividad y los que así lo entiendan no se verán decepcionados por la versatilidad que ofrece un modelo que sin haber pasado por el conservatorio es capaz de dar el do de pecho.
Deportividad sin concesiones
Donde no existe ninguna duda de sus intenciones es cuando atendemos a su aspecto. Ese equilibrio al que antes aludíamos se rompe definitivamente para decantarse por una imagen arrolladora, con detalles innovadores de su propia cosecha que se entremezclan con ciertas señas de identidad pertenecientes al más arraigado libro de estilo de los pequeños deportivos europeos. Así, la parrilla engalanada con las siglas GT y la entrada de aire inferior presentan un entreverado en panal de abeja que sucumbe en su parte inferior al ineludible listón rojo. Todo ello sobre un rediseño del paragolpes delantero que lo distingue de la versión convencional para darle carácter y en cuyos flancos se encastran la luces diurnas tipo LED con diseño en forma de cubo de hielo y los antiniebla, convertidos a partir de ahora en signo de identificación de la marca.
En la zona posterior, de nuevo el paragolpes que aporta musculatura a la parte trasera, marca la diferencia así como la doble salida de escape cromada que situadas en ambos extremos contrastan con el negro del difusor. El pro_cee’d busca también la distinción a través de unas nuevas llantas de diseño exclusivo, tras las que se aprecian las pinzas de freno con acabado en rojo, y el techo de cristal panorámico.
Todo este sugerente envoltorio que encontramos en el exterior también se traslada al habitáculo para divulgar, sin reservas, su vocación deportiva. Sólo hay que acomodarse en los asientos deportivos Recaro en cuero y alcántara y echarle un vistazo al panorama que nos envuelve. El volante, también acabado en cuero con las costuras en rojo, ya nos sitúa en esa nueva dimensión con todo un elenco de funciones entre los que se incluye el botón GT. Este permite variar el diseño del cuadro de instrumentos entre una imagen clásica y otra más racing en la que la información sobre la velocidad, expresada en formato digital, aparece acompañada de los indicadores de par y presión del turbo. Las inserciones de las siglas GT en los asientos anteriores y el volante se complementan también con los pedales en aluminio aludiendo de nuevo a ese libro de estilo al que antes hacíamos referencia.
Por cierto, el arranque se realiza desde el conmutador de start/stop, situado a la derecha del volante para lo que no se necesita enfundar la llave. En definitiva, y tras la experiencia que supuso realizar parte de la prueba en el Circuito de Maspalomas -por lo que agradecemos a los responsables de la escudería del mismo nombre su colaboración desinteresada- la experiencia ha sido, sobre todo, clarificadora. Divertido, el pro_cee´d GT es un cacho. De haberse decantado por una versión más radical en su comportamiento hubiera roto ese paso a paso que se han impuesto en la marca y cuyo resultado ha sido, atendiendo a los números, todo un éxito pero sobre todo habría supuesto subir el precio (desde 22.000 euros) y encontrarse de cara con los gurús de la categoría.