COCHES
Prueba

Hyundai Santa Fe, mucho más de lo que aparenta

  • La arquitectura armoniza con su estilo vigoroso
  • De serie cuenta con un completísimo equipamiento
  • El precio de esta unidad con acabado Premium es de 34.750 euros

Todos los indicios apuntan a que Hyundai ya ha entrado en los grandes círculos de influencia en Europa sin tener que recurrir a estrangular sus precios o establecer estrategias de conquista que en muchos casos terminan desgastando. Un buen ejemplo es el Santa Fe, un todocamino cuya personalidad representa el alto compromiso alcanzado por la marca a todos los niveles. En primer lugar ofreciendo un conjunto súper atractivo y con fuerte presencia, lejos de diseños estridentes o rebuscados, con una receta exquisita en las formas y un correcto tratamiento de los efectos de contraste.

La habilidad con la que se combinan materiales como los cromados, los resaltes plásticos o los siempre llamativos protectores en acabado metalizado son todo un acierto. Distintos detalles que descubren su talante son las lámparas LED, de luz diurna y en los faros traseros, y las llamativas llantas de aleación de 19 pulgadas. Sin embargo lo más destacable es la naturalidad con la que la elegancia de su arquitectura armoniza con su estilo vigoroso enfatizado por las trazas alargadas de los grupos ópticos, la estrecha superficie acristalada lateral o las formas prominentes a la altura de los ‘hombros’.

Otra de las razones que evidencian tan espectacular salto cualitativo lo encontramos en su interior en el que prima el espacio y donde se pueden acomodar hasta siete pasajeros. Nuestra unidad de pruebas corresponde al nivel de acabado ‘Premium’, una denominación que simboliza el esmero y la precisión a la hora de componer un decorado de lo más sugestivo y en el que llama la atención su amplísimo equipamiento.

Visualmente los contrastes vuelven a tomar protagonismo sobre el salpicadero y la columna central donde de forma ordenada se concentran el sistema de sonido, compuesto por seis altavoces y pantalla táctil de 4,3 pulgadas, y el climatizador automático de doble zona. El volante en cuero aglutina, a su vez, buena parte de esas funciones para que durante la conducción no pierdas contacto con el principal elemento de control del vehículo.

En su entorno se sitúan otros procedimientos que insisten en su vocación como vehículo de alta gama. Nos referimos al control de crucero con limitador de velocidad o el botón de arranque para lo que sólo necesitas que la llave esté cerca provista con sensor de proximidad. No son los únicos. Diferentes recursos ponen de relieve otros grandes logros que subrayan su elevado estándar de confort como el freno de mano eléctrico, el asistente para el estacionamiento con cámara trasera, el control de presión de los neumáticos o la dirección asistida autorregulable. Relacionado con esa otra vertiente de inspiración más aventurera incluye además asistente de arranque en pendiente y control de descenso.

Tal como se lo hemos descrito y sumada toda una larga lista de medidas de seguridad  su precio es de tan ‘solo’ 34.750 euros. Y ustedes se preguntarán, ¿Sólo? Les invitamos a que sondeen otras alternativas de sus características y hagan una comparativa a igualdad de equipamiento y entenderán esta afirmación. Quizás sea también porque nos hemos reservado para el final otro de los ingredientes esenciales, su motor. Se trata de un turbo diésel de 2.2 litros que desarrolla una potencia de 197 CV y 421 Nm de par máximo y  que transmite su fuerza a las cuatro ruedas (4WD) a través de una transmisión automática de seis velocidades.

Ofrece todo lo que se puede esperar de un vehículo dispuesto a batirse con los grandes gurús de la categoría. Su respuesta desde muy bajo régimen es sobresaliente y su compromiso con la eficacia, independientemente del lugar por el que circules, es más que aceptable.

Sin duda la ciudad no es el entorno en el que mejor manifiesta sus cualidades pero incluso en terreno hostil, las cifras evidencian un rendimiento excepcional. Mucho mejor se desenvuelve en autopistas e incluso por carretera, donde transita con agilidad gracias a un tarado de las suspensiones muy acertado.

 

Capítulo aparte merece la dirección cuya dureza se puede variar mediante un botón situado en el volante. Los rigores de la urbe se convierten entonces en un juego de niños aumentando su precisión a medida que escapamos hacia escenarios más sinuosos y revirados.

 

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