Audi ha vuelto sobre sus pasos para recuperar parte de las señas de identidad que convirtieron al TT en uno de los estandartes de la deportividad allá por los últimos años del pasado siglo. En su tercera generación toma el ejemplo de la primera con el ánimo de restaurar toda su idiosincrasia sin poner diques a la renovación técnica que viene aplicando la marca a todos sus modelos sin distinción. 
Es lo que pasa con coches que tienen una personalidad arrolladora, que no hace falta tenerlos en reserva durante muchos años para que, tarde o temprano, una marca decida volver a dejarse llevar por su influjo en busca de otro éxito de ventas. El TT lo fue, pero sobre todo, mostró la capacidad de Audi de crear coches con un enorme gancho más allá de sus berlinas. En cierta medida sacó a la marca de una uniformidad que hace mucho que es ya historia.
Con el tercer TT la marca ha querido sacar a flote otra vez rasgos de aquel primer modelo, pero moldeándolos a la manera actual de hacer las cosas en Ingolstadt. El modelo de 2007 fue uno de los primeros en apropiarse de la parrilla single frame, pero ahora incorpora la última versión diamantada y con una estructura interior horizontal mucho más marcada.
Dos aspectos marcan el rostro del nuevo TT. Por un lado el que el emblema de la marca desaparezca de esa parrilla y pase a situarse, igual que en el R8, sobre el capó. Una distinción, dicen, podría hacerse extensiva a los modelos de altas prestaciones de Audi. Por otro lado, las ópticas, que abandonan su configuración triangular y adoptan otra trapezoidal con dos módulos de iluminación. Más que encajados, están tan bien integrados en el diseño del frontal que parecen esculpidos, en parte por las formas rectas que conectan el capó con la calandra.
Con xenón de serie y tecnología LED integral como opcional, hasta en un detalle como el haz de luz el TT también quiere tomar su propio camino. Especialmente en la versión Matrix LED, que añade los intermitentes dinámicos cuya diferencia es que se activan secuencialmente señalando el sentido al que vamos a girar. La propia luz diurna es una virguería. Sus leds de tono blanco crean la sensación de ser la continuación de las tomas de aire inferiores del frontal y esa misma impronta lumínica se repite en la espalda. Digno de ver.
Si algo caracteriza al TT es que su personalidad impacta sea cual sea el ángulo desde el que lo veamos. En el perfil, por ejemplo, son inconfundibles características como la curvatura del larguero bajo la puerta, el estribo irregular, la simetría de los pasos de rueda o la línea de carácter que casi de manera horizontal cruza la carrocería de un extremo a otro. Pero si hablamos de respetar la tradición, sólo hay que ver el alerón trasero que emerge sobre el maletero a partir de los 120 km/h para proporcionar más estabilidad o la tapa del depósito de tipo competición que, al abrirse, da acceso directamente al conducto de carga.
Un cuadro virtual
Donde el nuevo TT vuela libre de influencias salvo en detalles muy concretos es en el interior, y además aprovechando todas las nuevas tecnologías que ya domina a la perfección el fabricante alemán. Si nos centramos en lo superficial, sus líneas, se aprecia un gusto por el minimalismo que nos lleva obligatoriamente de vuelta a esos nuevos dispositivos.
La desaparición de mandos y controles se debe a la aparición del Virtual Cockpit, una instrumentación totalmente digital emplea gráficos muy precisos y también seleccionables por el usuario. Con formato clásico en el que velocímetro y cuenta revoluciones comparten protagonismo; otro que da preponderancia al navegador y los dispositivos de infoentretemiento y un tercero deportivo en el que el cuentavueltas preside esta pantalla TFT de 12,3 pulgadas.
Con esta pantalla central y el mando MMI perfeccionado el TT puede ahorrarse muchos instrumentos que despistaban en la consola central y que ahora pasan estar dentro del campo de visión del conductor. Otra delicatesen del TT es que los controles del sistema de climatización pasan a estar en los propios difusores de aire. Para ver este y otros detalles les recomendamos que vean el video de nuestro canal de YouTube.
Siguiendo esa estrategia de ‘miniaturización’, el volante tiene un escudo central más compacto y deportivo gracias a que el airbag ocupa casi la mitad del espacio. Con base plana, integra también muchos mandos y los asientos tipo baquet son cinco kilogramos más ligeros.
Aún más ligero
A propósito de ese factor, el del peso, la segunda generación del TT fue uno de los primeros modelos en sacar el máximo partido a la estructura aligerada hecha de acero y aluminio. Este modelo ahonda en la combinación de materiales y tipos de componentes en su esqueleto para lograr una rebaja de 50 kilogramos. Y ello a pesar de que mantiene bajo control sus cotas compactas con 4,18 metros de largo, 1,8 de ancho y 1,3 de alto, si bien su distancia entre ejes sí se estira hasta sobrepasar los dos metros y medio.
En Canarias los motores son dos: un 2.0 TDI ultra de 184 CV y 380 Nm que por cada 100 km consume 4,2 litros de gasoil y emite apenas 110 gramos de CO2 por kilómetro; y el 2.0 TFSI de 230 CV y 370 Nm. Este último puede llevar una caja de cambios manual de seis velocidades o una automática S tronic también de seis con modo efficiency que permite la llamada ‘conducción a vela’. También es una alternativa en su equipamiento técnico sólo para este motor la tracción integral quattro.
Este propulsor 2.0 TFSI tendrá una versión vitaminada de 310 CV reservada para el Audi TTS y que también estará disponible para el mercado insular más adelante.
