COCHES
Prueba

Nissan Juke, exquisitamente distinto

  • Lo más característico de su imagen, sus grupos ópticos en dos planos
  • Está disponible desde 16.405 euros con la mecánica gasolina de 120 CV
  • Su motor 1.6i Turbo de 190 CV es de gatillo fácil

Sí, Nissan lo ha vuelto a hacer. Si fuera una película, el trailer del nuevo crossover japonés empezaría así: “de los creadores del Qashqai llega el nuevo Juke”. Si el SUV urbano japonés la lió parda con unos niveles de ventas que mandaron a paseo cualquier tipo de previsión, su hermano pequeño vuelve a poner todo un segmento al revés. Y lo hace con un coche que a pesar de su aspecto desenfadado, amigable y simpático, hay que hacer poca broma con él, más aún si lo impulsa el motor 1.6i Turbo de 190 CV, una bomba de relojería que lanza al Juke como un resorte en menos de nada.

Su imagen es única. Cuesta trabajo creer que la misma marca que fue capaz de lanzar un modelo tan conservador como el Tiida en un mercado efervescente como el del segmento C firme un coche tan atrevido e inconformista como éste. Una rareza, casi un coche de autor, que confirma que en Nissan no interesa homogeneizar su gama de modelos. En este sentido, Alfonso Albaisa, vicepresidente del área de diseño del fabricante japonés. Asegura que no pretenden crear “vínculos obvios” entre sus coches, “sólo naturales”. Y en el Juke los hay. Como en la parrilla estilo Murano o los pilotos traseros en forma de bumerán que son una reinterpretación de los que estrenó el 370Z.

Pero lo más característico del Juke es el frontal con los grupos ópticos dispuestos en dos planos. El primero, en la parte superior del capó, con los faros diurnos y los intermitentes. El segundo, a la altura del paragolpes, las luces de cruce y las de carretera, según los responsables de diseño, inspirados en los proyectores auxiliares que montaban los coches de rally de los años 60 y 70. Más allá de que su imagen pueda gustar más o menos, lo que hemos comprobado es, primero, que el coche llama muchísimo la atención; y segundo, que los que lo ven, lo identifican rápidamente. Ambas cosas son muy buena señal y suelen ser el presagio de un buen resultado en ventas.

Hay que rascar, y mucho, para encontrarle defectos. Los más evidentes pero derivados de su talla, el volumen del maletero (251 litros) o la amplitud de las plazas traseras. Y es que aunque en Nissan dan por hecho que el Juke se circunscribe dentro del segmento B, con 4,13 metros de largo, su molde no dista demasiado de los de un compacto arquetípico. A pesar de ello sacrifica en pos de esa línea tan propia y aplaudida esos centímetros vitales en términos de habitabilidad.

Detalles de estilo

Todavía en cabina, el Juke tiene peculiaridades de un coche diseñado en Europa –concretamente en el NDE de Londres- que se podrían considerar hasta sexys. La exquisita ergonomía de la palanca de cambios aupada mediante una base inspirada en los depósitos de moto que, a su vez, sirve de apoyo para la rodilla del conductor en conducción deportiva es un buen ejemplo de lo que decimos. Pero hay otros heredados del ‘interiorismo’ japonés, como el uso de plásticos de tacto duro en cuadro, salpicadero, consola, paneles y demás. Eso sí, todos con un acabado a la vista impoluto.

La disponibilidad de huecos portaobjetos es suficiente y su acceso cómodo, además de disponer una base antideslizante para evitar el desplazamiento de las monedas, llaves o cualquier cosa que dejemos en su interior. Los asientos son cómodos, aunque la zona sobre la que apoya la parte superior de la espalda nos ha parecido demasiado dura, igual que los reposacabezas. Indudablemente a favor, el cuidado por los detalles (visible en las salidas de ventilación, los relojes o la visera que los cubre, entre otros) y el acabado del tapizado, combinando los colores rojo, negro y gris.

Y entre esas dos aguas, el Juke emerge con detalles de auténtico guía espiritual en materia de diseño, funcionalidad y lógica. La paulatina aplicación de nuevos sistemas activos y otras tecnologías han creado un problema: la multiplicación de mandos hasta la exasperación. Las pantallas táctiles y los interfaces más o menos logrados puentean el problema, pero el Juke recurre a una solución muy ingeniosa: un único mando que activando una u otra función nos permite actuar sobre el sistema de climatización o sobre el Nissan Dynamic Control System. Según se active uno u otro botón, las seis teclas que rodean la pequeña pantalla a color alteran su contenido para actuar sobre el aire acondicionado o para accionar los tres posibles modos de conducción: normal, sport y eco. La puesta en marcha de uno u otro altera los parámetros de funcionamiento del acelerador, el tacto de la dirección y hasta del propio sistema de ventilación.

Gatillo fácil

Como decíamos al empezar, el motor 1.6i Turbo del Juke es de gatillo flojo. Pocas veces se tiene el placer de encontrarse con una mecánica tan redonda, progresiva y a la vez impetuosa. A partir de las 2.000 rpm es donde la cara amable del Juke da paso, al menos en la versión 1.6i Turbo 4x2 Tekna Sport que hemos probado, a un coche que es mucho más que una imagen atrevida y un interior resultón. El Juke es un señor coche por motor, bastidor –emplea la plataforma B de la Alianza Renault Nissan- y una caja de cambios manual de seis velocidades que es un portento de precisión. Por sacarle un pero, la sexta cuesta un poco más de engranar, pero pocas transmisiones pueden presumir de una exactitud en el guiado como la del nuevo Nissan.

A nivel de prestaciones, el 1.6i Turbo va sobrado para un coche del tamaño y el peso del crossover japonés. Son 190 CV de potencia a 5.600 rpm y un par máximo de 240 Nm entre las 2.000 y las 5.200 rpm para un nivel de consumo medio que no excede de los siete litros de gasolina cada 100 kilómetros, siempre según datos oficiales. La versión a la que nos subimos no disponía de la tracción integral All-Mode 4x4-i evolucionada a partir de la que también monta el Qashqai y que el Juke con este motor dispone como opción.

Si en términos generales ya cuesta circunscribir al Juke en el segmento B, después de probarlo, de sentir cómo pisa, de ver con qué solvencia se merienda carreteras viradas y tramos de autovía y de comprobar que en motor, transmisión y frenos no hay coche que le pueda hacer sombra, ya nos dirán dónde se le puede catalogar. Si el Qashqai hizo de la indefinición como crossover su bandera y una de las claves de su fenómeno de ventas, el nuevo Juke supera al maestro se mire por donde se mire. A nosotros nos ha convencido.

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Redacción
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Comentarios

1 Desde luego, es precioso!!! super radical y con un "aire de aquí estoy yó" que no puede con el.... hoy mismito he estrenado uno y estoy encantada a la vez que sorprendida. waaaaa que carrazo!! Merche 21:24 02/03/2011

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