Aclarando conceptos

  • "No considero el intrusismo negativo en sí mismo"
  • "Bienvenidos los técnicos y especialistas si aportan conocimiento"

Día 24 de enero. San Francisco de Sales, patrón de los periodistas. Quienes me conocen saben que no soy mucho de santorales ni de misas de domingo, pero a veces la cosa más inesperada hace de chispa para llevarte a romper la rutina informativa del día a día.  

Llevo tiempo dándole vueltas a esto del periodismo. En concreto al especializado en motor. Es material muy sensible –explosivo diría yo y más aún en Canarias– hablar de este ramo de la profesión porque el nivel de lo que se llama intrusismo está tan generalizado que a veces uno cree que en realidad no existe. Es como un enorme limbo en el que cuando entras, aunque sea de manera accidental, automáticamente te conviertes en periodista.

Vaya por delante que no soy de los ‘segregacionistas’. No considero el intrusismo negativo en sí mismo. En especializaciones muy técnicas siempre existe la posibilidad –y el riesgo para el periodista– de que algún abogado, economista o ingeniero con dotes o conocimientos en comunicación se ponga no sólo a su altura, sino que lo rebase por la izquierda y desaparezca en la lejanía. Si son claros, correctos en el uso de la lengua y la aplicación de las normas deontológicas y tienen el don de la concisión, bienvenidos sean porque al final a quien beneficia es al lector, oyente o espectador que, aunque a veces se nos olvide, son los que importan. Ellos vienen a nosotros en busca de conocimiento u opinión, aunque siempre en contenidos diferenciados.

Es cierto que a nosotros los periodistas hay que bajarnos los humos de vez en cuando. Sobre todo cuando sales de la Universidad con el título calentito aún. Con el tiempo entiendes que ese pedazo de cartón está predestinado a perderse entre cientos de papeles porque nadie te lo va a pedir. Nadie.

Pero también hay que entender que, con permiso de los fotógrafos, no hay profesión más permeable a la hora de ejercerla que ésta. Y es que el periodismo tiene algo que no tienen otros trabajos. Es apasionante, adictivo y para algunos supone cierto reconocimiento, ego, cercanía al poder e incluso proyección social... Para otros, entre los que me incluyo, supone poder escribir y hablar de lo que más te gusta en este mundo y, encima, llevarte un dinero a fin de mes. Sin más.

No voy a entrar en que algunos de los que se autonombran periodistas no tengan siquiera la capacidad de saber emplear nuestra principal herramienta, es decir, el lenguaje. Lo más dañino para la profesión es que no sepan emplear la materia prima, la información, y que carentes de todo principio deontológico la manipulen a su antojo. O sin saber, que también tiene tela. 

Por supuesto que hay periodistas ‘de carrera’ que son verdaderos genios de la manipulación. Allá ellos con su conciencia. Lo triste para los que nos tomamos esto muy en serio es ver cómo alguien que escribe previo filtro del corrector o que se pone delante de una cámara o de un micrófono creyendo que comunicar es juntar una palabra detrás de otra, se den golpes en el pecho cuando se alguien osa poner en duda que no forman parte del gremio.

Hay que distinguir los meros informadores de los periodistas, labor en la que las asociaciones de prensa deberían tener algo que decir y no sólo poner el filtro del pago de la cuota. Por supuesto que los medios de comunicación también, pero con la era digital el número de publicaciones se ha disparado debilitándose la frontera entre el periodismo especializado y el loable interés (o inquietud) amateur por crear una ventana informativa.

No señalo aquí a los que colaboran con más ilusión y ganas que muchos compañeros en determinados medios. Menos aún a los que deciden crear un blog o poner en marcha una página web movidos por la misma pasión que les lleva a estar en la cuneta cada fin de semana. Todo lo contrario. Señalo a los que se aferran a la etiqueta de periodista sin serlo y, encima, emplean los medios a los que representan para ajustar cuentas personales manipulando. A los que han dado razón de ser a la asignatura de ética y deontología profesional en Ciencias de la Información. A los que no saben separar la noticia de la opinión. A los que ni siquiera entienden el porqué. A los que maltratan el lenguaje cada vez que aporrean el teclado o abren la boca.

A esos no los quiero en mi profesión. 

 

Autor
Róber Martí
Periodista. Ha sido redactor del periódico Superdeporte así como en otros medios de especializados como Motor 2000 o Canarias Racing. Ha colaborado en Radio Marca, COPE y actualmente codirige el programa Motor en la Onda de Onda Cero Canarias.
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Comentarios

2 ¿Y por qué debería haber incompatibilidad si desde este medio se informa exactamente igual que los demás? Nunca hemos hecho uso de información privilegiada. Róber Martí 16:00 13/02/2014

1 Niño y en la universidad no te enseñaron que no se puede ser responsable de prensa de un rallye y escribir en tu web de ese rallye?????? Por donde te estás pasando el código deontológico??????????? Alfredo 09:42 13/02/2014

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