Hablar menos y aprender más

  • Sólo vale la excelencia en lo que seguridad se refiere

He de admitir que llevo unos días debatiendo internamente sobre si manifestarme acerca del accidente del Rally de A Coruña o dejarlo correr, ya que, realmente, no creo conveniente seguir fomentando la inevitable oleada de disparates que hay que soportar en estos casos.

Yo soy el primero que siempre he dicho que las carreras han sido y seguirán siendo mi enfermedad. Que hay que estar mal de la cabeza para invertir lo que tienes y lo que no por disfrutar un rato. Pero claro, cuando has probado el veneno de ir al límite, ese sentimiento te atrapa de tal forma que quedas a su merced de por vida. Con esto quiero dejar claro que soy bastante crítico con respecto a este mundillo, y que no me gusta ni interesa prácticamente nada salvo el trato con mi equipo, el copiloto y correr. 

Habiendo aclarado que no soy un fanático que defiendo lo indefendible, me gustaría dar mi punto de vista sobre algunas cuestiones que se están planteando tras esta lamentable tragedia. Evidentemente, no pienso hacerme eco de toda la sarta de sandeces que he leído u oído, así que me voy a centrar en una que me parece lo suficientemente significativa.

En un país donde bajo el amparo de las tradiciones se siguen celebrando todo tipo de festejos donde impera el maltrato animal y las víctimas mortales humanas se suceden sin cesar mostrándonos ante el resto de países desarrollados como unos bárbaros e ignorantes, con este panorama, empieza a surgir el debate de si los rallies deberían prohibirse tras lo acontecido este pasado fin de semana. No voy a sacar pecho diciendo que el número de víctimas mortales en nuestro deporte es realmente bajo –que lo es–, voy a ser crítico y decir que hay que ser implacable en aspectos de seguridad, y que un espectador a pie de carretera es motivo de suspensión de la prueba y punto.

No vale eso de que una recta es “un lugar seguro” porque nunca se sabe lo que puede pasar si el coche se te descoloca en la curva anterior y lo pierdes; si sufres un problema mecánico inesperado y la situación se te escapa de las manos... Yo mismo tuve la desagradable sensación de perder el control del coche en un rally Tenerife Norte cuando una rueda trasera salió volando e impactó contra una espectadora. Afortunadamente fue en el único punto lento del tramo de La Guancha y no iba a gran velocidad, así que todo quedó en un susto. 

También he visto con mis ojos en otro rally en Gran Canaria cómo en una apurada de frenada fuerte algo al límite, unos espectadores que estaban mal colocados en una curva se tiraron ladera abajo pensando que me iba a salir de la carretera, cosa que no ocurrió en esa ocasión. Recuerdo que en ese momento desee que el susto les sirviera de lección para el futuro, pero es evidente que es un tema que no admite bromas. Por todo esto digo que tenemos que exigir que los organizadores estén a la altura del deporte que representan y no exista el más o menos en este aspecto. Sólo vale la excelencia en lo que seguridad se refiere. 

Por otro lado, me gustaría enviar un mensaje muy claro y sin paños calientes a todos los carroñeros que viven de desinformar, manipular, tergiversar y, por encima de todo, jugar con el dolor de los familiares de unas inocentes víctimas cuyo único delito fue el ignorar el riesgo que estaban corriendo. Sin olvidarnos de la pesadilla que piloto y copiloto deben de estar viviendo. Y es que hay que ser miserable para sacar tajada del morbo y del dolor humano simplemente porque eso venda. ¿Cuántos años hace que ningún informativo a nivel nacional dedica unos míseros segundos a hablar del resultado de una prueba de rallies? Ni siquiera se dignan a mencionar al campeón nacional de la especialidad cuando logra el título. Eso sí, cuando pasa algo malo, aunque sea en una carrera de pueblo, nos dedican todas las portadas de los noticieros. No los voy a calificar con ninguna palabra malsonante, ya se retratan solitos.

Por último, quiero aprovechar para declarar una vez más mi amor por Galicia, sus gentes, su tierra, su gastronomía; no en vano, estuve hace unos días de vacaciones en Coruña, donde voy siempre que puedo, y casualidades de la vida que uno de los días desayuné en Carral, lugar del accidente.  Galicia es tierra de rallies, de hecho, tienen tres en el calendario del nacional, además de un altísimo nivel de pilotos, copilotos, equipos y afición en general. De eso es de lo que se debe hablar por encima de todo, y de esta desgracia hablar menos y aprender más.

 

Autor
Alberto Monzón
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