Sorprende la capacidad de respuesta de Volkswagen. De un tiempo a esta parte, igual que los SUV y crossover fueron poco a poco arañando terreno para convertirse en tendencia de mercado, ha surgido una nueva corriente evolutiva que sin ser del todo original, perfila el diseño de los anteriores para otorgarle una línea más impactante y agresiva. Son los denominados CUV o crossover de estilo coupé.
La marca alemana, con su habitual ojo clínico -no hay más que observar el éxito conseguido por el T-Cross y el T-Roc-, lanza el Volkswagen Taigo, una carrocería destinada en su primera fase comercial al mercado del sur de América, y cuya producción, visto su potencial, se ha trasladado a la factoría que la marca tiene en Pamplona para iniciar la conquista del Viejo Continente.
EXTERIOR
Disponible en Canarias desde 18.200 euros, por dimensiones y diseño, el Taigo se sitúa a medio camino entre los referidos T-Cross y T-Roc. En concreto, mide 4,27 metros de longitud y se distingue claramente de sus hermanos por la línea del techo en caída. Existen, eso sí, ciertos aspectos de su diseño reconocibles, es el caso del frontal dominado por una amplia parrilla atravesada longitudinalmente por un embellecedor iluminado, en cuyos flancos se sitúan los faros Matrix LED con luz diurna integrada. Precisamente en el acabado R-Line de nuestra unidad de prueba, los faros antiniebla y la parrilla inferior están bajo la influencia de una moldura en relieve de color negro que potencia su expresión.
La línea arqueada del techo, símbolo de su particular personalidad, desemboca en un elegante alerón con una sección en color de la carrocería y la parte más saliente también en negro brillante. El espacio donde se ubica el entramado destinado a la iluminación trasera recuerda a la combinación empleada en el T-Cross mientras la zona inferior reservada al parachoques es absoluta novedad.
A BORDO
Con el perfil aparentemente más deportivo de los tres, también es el que cuenta con una carrocería con una menor altura al suelo. Aún así, no renuncia a una ligera posición de dominio de los ocupantes sobre el tráfico. El espacio interior se mantiene dentro de unos márgenes correctos y la incidencia sobre el espacio de la cabeza por la inclinación del techo se solventa -es una impresión- con una sensible mayor inclinación del respaldo de la banqueta trasera. Sorprende el generoso volumen del maletero -440 litros-, solo cinco litros menos que el disponible en el T-Roc.
A modo de coctelera, el habitáculo mezcla detalles tanto del Polo como del T-Cross en cuanto a integración del cuadro de instrumentos digital y la pantalla multimedia, así como en los materiales empleados en el acabado del salpicadero cuyo panel puede ser negro o gris. Junto a la carga inalámbrica del teléfono móvil, también dispone de un climatizador con superficies táctiles y deslizadores sensibles al tacto. En el túnel central, junto al selector del cambio, se sitúa la palanca del freno de mano.
NO DECEPCIONA
Volkswagen juega a caballo ganador a la hora de componer su oferta mecánica. Si hace pocas semanas disfrutábamos del potencial que ofrece el motor 1.5 TSI de 150 CV en el nuevo T-Roc, en esta ocasión probamos, de nuevo, la solvencia del 1.0 TSI tres cilindros de 110 CV. Insistimos, el acierto de esta mecánica en su rango tiene poca competencia y asociada a la transmisión DSG de siete velocidades se convierte en una opción interesantísima.
La suavidad de funcionamiento y velocidad de respuesta son una auténtica delicia, aspectos que unidos a un buen trabajo de insonorización sitúan al vehículo en términos comportamiento un peldaño -o dos- por encima de la mayoría de sus competidores.
El conductor tiene la opción de circular con el cambio en modo manual, mediante el propio selector de marchas o a través de las levas situadas detrás del volante. Probadlo si queréis, la configuración de los saltos entre velocidades con el programa automático y en cualquier situación de conducción está tan lograda que es difícil igualar su efectividad y eficiencia.
Por lo demás se muestra ligero, sencillo a la hora de maniobrar y ejemplar en cuanto a equilibrio dinámico, una cualidad muy común en toda la gama de modelos del fabricante alemán. Entre las claves, una más que correcta puesta a punto de la suspensión y la dirección que a medida que aumenta la velocidad, adquiere un grado de asistencia más directo. En cuanto a rendimiento, pocos peros, el consumo en ciclo combinado está en torno a los 6 l/100 km, equivalente a unas emisiones de CO2 de 134 g/km.
Para concluir, la marca pretende que tenga buen cartel también en términos de protección y asistencia. Esta unidad en concreto cuenta con asistente de frenada Front Assist y la última gran incorporación al paquete de ayudas a la conducción, el Travel Assist.