Ford lo ha vuelto a hacer. A pesar de haberle dado la vuelta como un calcetín al concepto Focus en cuanto a diseño, terminaciones, tecnología y confort, este compacto vuelve a brillar entre la multitud como uno de los más deportivos y mejor plantados en la carretera. Aunque sea en su versión base de gasolina, la 1.6 de 105 CV.
La de la tercera generación del Ford Focus era una de esas pruebas que hemos celebrado en la redacción de MotorEnLinea.es. Independientemente de su buena pinta, el compacto americano es dentro de la brillante gama de Ford, como ese golpe de batería que remata una buena canción de rock n' roll: el broche, la guinda. Nichos de mercado al margen, Ford puede presumir de tener el catálogo más completo y al día de toda su reciente historia, por los menos a ojos del conductor europeo, así que con el Focus la marca saca músculo.
A efectos de diseño, el nuevo Focus de cinco puertas es la evolución definitiva del 'kinetic design' que engendró el concepto Iosis. Más que un soplo de aire fresco, este nuevo patrón de corte ha sido un auténtico vendaval. Es cierto que en Ford nunca han escatimado para tenerlo al día, pero esta vez más que evolucionar, el Focus ha pasado pantalla, ha cambiado de nivel. Sigue siendo un 'segmento C', eso por descontado, pero las mejoras introducidas a todos los niveles y, en especial, en filosofía de acabados, funcionalidad y ergonomía lo elevan en nuestra opinión a los altares de su categoría.
Por ello, empezamos hablando de su interior. La mayoría de fabricantes han abrazado la configuración envolvente de salpicadero y consola, pero el Focus lo hace con gusto y exquisito acabado. No hay cuero ni madera, ni falta que le hace, porque irradia una deportividad contenida que le sienta de miedo al coche. En general, el habitáculo está concebido como un todo pero cada piezas, cada botón y cada mando se han diseñado con mimo y eso se nota nada más tomas asiento.
El volante, éste sí revestido en piel, es un ejemplo. Derivado del C-Max, aglutina los controles del audio, el manos libres con control por voz y el limitador/regulador de velocidad. Y lo hace ordenadamente, sin que sea un revuelto de botones, con el escudo apoyado en una pieza de metal pulido y con un grueso aro rodeándolo con dos áreas resaltaras para apoyar los pulgares. El mando giratorio que enciende los grupos ópticos tiene el mismo tacto de los equipos de alta fidelidad.
Donde hay mayor profusión, quizás excesiva, de mandos es en la consola, concretamente en el área donde se concentra el sistema de audio y el teléfono junto a los controles de equios auxiliares. A su favor hay que decir que está muy bien acabado, con un aspecto 'racing' muy resultón y que el control de acceso y configuración del Bluetooth para el manos libres del móvil y reproductores de sonido externos es sencillísimo, junto con el del A1 de Audi, de los mejores que hemos probado.
El puesto de conducción está muy logrado, ayudado por la del asiento -también en altura-, el volante, la posición elevada de la palanca de cambios y el reposabrazos central, aunque la conveniencia o no de éste último depende de gustos al ser fijo.
Pisando fuerte
Pero si por algo se ha diferenciado el Focus generación tras generación es por su inconfundible forma de pisar la carretera. Como les contamos meses atrás, desde que el modelo original vio la luz en 1998, se granjeó la fama de coche divertido de conducir, y lo sigue siendo. A pesar de habernos subido a la versión que en motor y equipamiento representa el umbral de entrada del Focus 2011 (1.6 Ti-VCT Trend), ese tacto, ese algo, permanece intacto.
Primero por la amortiguación, bastante más firme que lo que es la media de su categoría, quizá a la par de otras versiones que llevan orgullosas apellidos Sport. Esto tiene su coste en cuanto a confort, ya que en asfalto rizado o en carreteras un poco rotas, se filtra sin remedio parte de las vibraciones al habitáculo. Aún así, nada grave, sobre todo porque a la hora de frenar y hacer cambios rápidos de dirección la carrocería se mantiene en su sitio sin jugarnos malas pasadas.
Lo mejor, sin duda, el tren delantero. Desde Ford ya nos habían advertido que uno de los grandes valores del Focus 2011 era el nuevo Control de Par Vectorial (o control de reparto de par), una función del ESP que simula la acción de un diferencial autoblocante en curva para mejorar la manejabilidad, el control y la estabilidad. Esta novedad aporta una mayor precisión de la dirección y, en efecto, una gran sensación de seguridad. En versiones con mecánicas más potentes, se le podrá sacar un enorme partido en conducción deportiva.
Un motor para el día a día
Siendo el primer escalón de acceso a la nueva gama del Focus, hay que ser condescendientes con el motor gasolina 1.6 de 105 CV de potencia. Que nadie espere de él aceleraciones espectaculares y velocidad de vértigo. Es el propulsor para aquel que busca hacerse con un Focus para el día a día sin exigencias en cuanto a prestaciones. Un motor de ir por casa, más que suficiente para cualquier ciudad e ideal para llevarlo a marcha lanzada en grandes vías con unos consumos bastante apurados: 5,9 litros a los 100 km en ciclo mixto.
Por supuesto, no hay que olvidar el sobresaliente equipamiento del nuevo Focus desde su opción de equipamiento más básica. Incluye, junto a aspectos de seguridad y confort que ya son norma en su categoría, otros de serie como el control de tracción, ESP, dirección con asistencia eléctrica (EPAS), ABS con distribución electrónica de frenado (EBD), aire acondicionado, cierre centralizado con mando a distancia o elevalunas eléctricos delanteros, entro otros.
En definitiva, Ford ha logrado ampliar exponencialmente el número de argumentos que su Focus presenta respecto al resto de alternativas 'compactas'. Sigue siendo ese coche con una pátina deportiva, ágil y agradable de conducir que, desde ahora, puede convertirse en objeto de deseo de los que tienen como prioridades el diseño, el nivel tecnológico o el confort entendido en su sentido más amplio.